
O lo de reinventarse en la era digital.
Hace ya casi seis años que tengo blog. Jo Perli, cómo pasa el tiempo. Cuando me fui de la isla me regalasteis fotos de antes y de después de empezar el blog y nos veo tan jóvenes, pienso en quiénes éramos y lo que sabíamos y lo que soñábamos...
Seis añazos. En ese tiempo ha pasado de todo. Hemos hecho de todo. Y algo que empezó casi de casualidad, acabó teniendo unas consecuencias que no imaginábamos. Perli y Zagloso de Papúa van a ser padres. Misia y Anómalo también son una pareja feliz. Gato se fue de Mallorca para vivir con Rebilated en la ciudad de los hombres grises, porque está claro que esta ciudad se come el tiempo. Y aunque no hemos sido constantes, nuestros blogs han ido actualizando más o menos a nuestros alter egos en la red, contando dónde andamos y cómo andamos. Cuando se puede contar.
He hecho reflexiones sobre lo que he leído a mi alrededor. Más raramente sobre mi propio blog... ya se sabe, a veces se vomitan palabras sin pensar y una vez liberadas, tampoco conviene remover demasiado; que las emociones vuelven vívidas y no siempre quiero repetir un plato que comí por aquí.
El caso es que soy consciente de lo inconsciente que es este blog. Por éso me sorprende ver cómo algunos son inconscientes de lo que hacen en sus blogs. Cómo algunas personas buscan desesperadamente proyectar una imagen a través de ese monstruo digital que todos tenemos dentro, con tanto ahínco, que su personaje acaba comiéndoselos a ellos y a menudo con mala fortuna, porque se les ve el plumero. Creen que son conscientes... hasta que el personaje se les va de las manos.
Cambios de nombre, de blog y hasta de rasgos personales se suceden hasta que, como Madonna, aparecemos con un nuevo look, una nueva canción y proyectando una imagen de éxito que nos hace sentir mejores, más fuertes, más populares. ¡¡Joder!! Llega cualquiera, hace un click y tú lees "tienes un seguidor nuevo".
Algunos se obsesionan. Estudian sus reportes del Google Analytics hasta que descubren qué cosas le hacen a uno objeto de incontables visitas y les traen un aumento de seguidores, para repetir las hazañas.
A veces es un nombre de famoso (apuesto que a partir de ahora, Madonna va a ser una de las claves de entrada más importantes, aunque nunca llegará a tener el gancho de las tetas de Alaska. Comprensible, por supuesto).
A veces, un argumento de cariz político, especialmente extrema izquierda, convierte a fans acérrimos que no van a poder juzgar que seas un personaje artificial o chirriante en otros aspectos. Eres guay porque eres tan de izquierda que tienes contracturas en la espalda que atestiguan que vives girado de ese lado.
En chica tenemos la versión calienta-lectores. Este rol no funcionaría en absoluto para un maromo, pero en internet, una tía... ni siquiera necesita tener buenas tetas. Con decir que las tiene, basta. Y con dejar nebulosa su situación sentimental real, manipulando las expectativas de éxito de sus lectores, que se sortean su próximo comentario insinuante, tiene una horda de ¿osos babosos, Misia, Be? que alimentan una autoestima que en el fondo es directamente proporcional al número de seguidores en el blog y en twitter. Lo curioso es que estos personajes se convierten en auténticos expertos en redes sociales, alentados por una soterrada carencia de autosuficiencia emocional, o en palabras de Xisca, motivados por un hambre de séquito insaciable.
Mis preferidos utilizan muy bien las emociones, llegan a ese pequeño ser lleno de dudas que somos muchos, para contar una debilidad/tribulación sobre algún aspecto que nos cuesta entender o digerir o manejar y lo exponen con gracia. No sabemos ligar, o no sabemos escoger pareja, o no sabemos evitar que nos exploten los trepas en el trabajo, o no sabemos vendernos o cualquier otra cosa. La Perri o Speedygirl son muy buenas haciendo esto; tocan la fibra y consiguen aligerar la bruma compartiendo razones de autoescarnio.
Y los más tristes utilizan su blog para mentirse a sí mismos. Para convencerse, necesitan convencer a otros: así que la popularidad, aquí, es instrumental, para sostenerse en la mentira que aplaca sus rumores internos. El problema es que tienden a optar por hacerse personajes cañeros, desafiantes, que muestran una madurez y autoestima impresionantes. Y dice el refrán (¡qué sabio es el pueblo!) "Dime de qué presumes y te diré de qué careces."
La profundidad del daño que tu personaje te puede hacer se manifiesta tarde o temprano. Sé de un personaje cuya disonancia era tan grande, que primero tuvo que moderar comentarios de forma permanente, y finalmente ha terminado por eliminar su blog. Plutón Verbenero se ha quedado con un link tonto. Puedo decir que me da pena ella, aunque me alegro, porque amparándose en criterios profesionales decía barbaridades, vergonzosas, que podían creerse lectoras que en el fondo, conectaban con ella porque compartían su debilidad. Y la trampa que se hacía a sí misma, la enseñaba a otros, diciendo que estaba profesionalmente cualificada para dar credibilidad a un mensaje envenenado.
Descansen en paz -y hayan aprendido algo - quienes la cagaron más que yo. Porque algunos (y no digo muchos, porque este blog nunca ha tenido muchos lectores) habrán leído lo escrito, y también lo que no escribí, pero sí mostré entre líneas, y es posible que sepan más de mí que yo. Así que, porque no tuve demasiado público, o porque no atraje a ningún troll, nunca he tenido que capar el blog o pensar en eliminarlo por presiones externas.
Voy a mostraros algo que nos gusta mucho a los tontos de Recursos Humanos para reflexionar sobre vuestra identidad en la red: la ventana de Johari.
Las zonas peligrosas las he querido poner en ámbar y rojo, a modo de semáforo. La primera zona de riesgo es lo que yo sé de mí, pero pretendo ocultar. A menudo no somos tan buenos mintiendo como nos creemos.
Pero lo que es definitivamente una gran putada, es el yo ciego. Lo que yo no sé de mí, pero los otros saben perfectamente. Y en un blog personal ¡nos mostramos tanto...!
El gris oscuro no es tan peligroso como las otras dos zonas. El yo desconocido es el que cuenta que sería capaz de matar a un hombre si tuviera un arma y me sintiera amenazada. Ni ese hombre ni yo lo sabemos, porque no se ha presentado la ocasión, pero éso no es algo que previsiblemente tenga que preocuparme.
En fin, queridos, disfrutad de vuestros blogs. Y si piensan reinventarse... no olviden vitaminarse y supermineralizarse.