Sólo para valientes
Ante todo, mucha calma
Hoy ha venido una unidad móvil para donaciones de sangre. El gato tenía que dar ejemplo, y ha ido a los vampiros altruistas a prestarles su cuerpo.
Los vampiros le han dado un cuestionario para rellenar:
"¿Ha tenido relaciones sexuales con varias parejas en los últimos cuatro meses?
¿Ha viajado a algún país exótico durante los últimos seis meses?
¿Ha consumido drogas (fumado, esnifado, etc...)?"
Y luego le han hecho firmarlo bajo el apelativo "el donante".
...
Vamos a ver:
Me chupáis medio litro de sangre.
Me hacéis declarar que mi vida es gris y encima firmarlo en un documento...
...
Y de premio me regalais un puto donut.
Gracias.
Zarpazo de
Gato
en
8/05/2008 07:28:00 p. m.
14
arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Estaba el gato comiendo en la cantina cuando se le sentó al lado Murto y se le quedó mirando con sus ojos estrábicos. El gato le saludó y Murto bajó la mirada y se rió. Elia, que estaba sentada frente al gato, le miró, miró al gato, volvió a mirar a Murto y se rió a su vez.
- Que te he visto, Murto, que yo lo veo todo - y al gato - que ven a una chica guapa y se vuelven locos. Pero éso, ¡todos! no sólo él... - y se metió un trozo de carne en la boca, sonriendo y masticando a la vez con la boca abierta.
El gato se llenó el tenedor a su vez y se mantuvo ingiriendo ensalada a todo tren. Que con la boca llena no se habla.
Murto es un chico con un poco de minusvalía psíquica. Se le nota poco, pero tiene un carácter difícil, y como suele pasar en esos casos, se enamora mucho. Y el problema no es que mire, es que -he oído a alguna cocinera- después de mirar... le da por tocar.
Así que cada vez que lo ve, el gato se envara y espera que no pase de la reflexión a la acción.
Gustavo trabaja en el hotel también. Quiere ir al país donde comenzó la invasión alienígena para aprender el idioma. El otro día le dijo al gato que quería ir allí por unos seis meses, pero que luego querría volver; y entonces el gato le contestó que ya lo suponía, teniendo novia y piso recién comprado...
- Ni novia, ni piso... queremos venderlo...
El gato se rió y dándole una palmada en la espalda, le dijo "bienvenido al club y suerte".
Dos días después cruzaba el hall. Gustavo grita "¡Gato! ¿Estás muy ocupada?". El gato piensa que tiene algo que consultar, así que vuelve a cruzar el hall y se acerca al mostrador...
- Díme.
- Queeee... ¿Cómo estás?
- ¿Yo? Bien. ¿Qué querías?
- No, nada, preguntarte cómo estás.
- ... Pues... bien... ¿¿Tú estás bien??
- Sí, jejej.
- ...
- Queeeee...
- ...
- ¿Cuándovamosatomaruncafé?
- Eeh...
- ...
- ¿Fuera de aquí, te refieres?
- ¡Hombre claro!
- Pfffsshh... pues... cuando... quieras...
- ¿Te pego un toque al móvil?
- Pffsshhh... bueno.
- Vale.
- Este domingo y el que viene tengo planes, eso sí.
Y volvió a cruzar el hall. Es majo, pero... no. Además trabaja en la empresa. Además es un yogurín, debe tener por lo menos 5 años menos que ella. ¿¿¿Pero cómo osa??? Ahora que lo pienso, voy a desconectar el móvil de empresa. Y espero que no tenga el personal. Jo.
En la cantina, con Sbeerrow.
- Gustavo me ha invitado a tomar un café.
Sberrow se queda mirando al gato, se empieza a descojonar y dice...
- Vas a tener que escribir las cosas que te pasan. Ábrete un blog o algo, porque yo creo que a Caracartón también le gustas.
- Nooo.
- Sí, estoy segura, le pones. Te sueña vestida de cuero, con tacones y látigo ¡¡¡ Jijijij!!!
- ¡¡Noooo, puaaghh!!
- Sí, por éso la toma contigo, porque le pones, ¡¡¡jijijijijj!!!
Quizá tenga razón y me tengo que abrir un blog... Me está bien empleado por despotricar del amor en público.
De lo que estoy segura es de que ha llegado el momento de la verdad. Bueno, de la mentira: tengo que inventarme un novio. A partir de ahora tengo un novio muy alto y guapo. Y según con quién esté, adornaré a mi novio con las características de posesivo y violento. Tiene antecedentes penales, pero ahora está reformado y mi corazón le pertenece. Absolutamente.
Zarpazo de
Gato
en
8/01/2008 03:50:00 p. m.
13
arañazos
Etiquetas: en el trabajo, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Hacha dejó que un gato se llevase un cinturón suyo con hebilla en forma de corazón. Se lo suele poner sobre camisas y queda estupendo. Y como le ve a esa hebilla mucho poder simbólico, se la pone boca abajo.
Cuando fué a la lavandería para recoger su uniforme de cocina, la lavandera -una riojana viuda que es una institución de los años que lleva trabajando allí- le dijo:
- ¡¡Niña!! ¡¡Que llevas el corazón del revés!!
- Es a propósito. Lo llevo así porque el amor es una mierda, Antonia - respondió el gato sin pensar demasiado en el modo de enunciar toda la carga simbólica situada encima de su ombligo.
- El amor es una mierda... pero sólo para el que se enamora.
- ¿Cómo?
- Pa el que se deja querer... no tanto.
Pues vaya. Seguro que tiene razón esta mujer...
Zarpazo de
Gato
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7/19/2008 03:01:00 p. m.
9
arañazos
Etiquetas: en el trabajo, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Dicen que cuando una mujer sufre en silencio es que tiene el teléfono estropeado. Psssiií.
Pero cuando un gato sufre no se pone a destrozar la agenda. No significa que cuando la llamen (y hay gente encantadora que siempre llama, aunque el gato esté agarrada a la pata de la cama y no le apetezca salir), no cuente sus penas.
Pero el gato no llama habitualmente. Tiene otras estrategias.
Come dulce. Esos postres que no comía nunca ahora está a punto de cambiarlos por el segundo plato. Claro que lo ha pensado... ¿por qué sustituir cuando se puede añadir? y se lo come todo.
Se arregla y se pinta como una puerta. Ni rastro de las ojeras, oye. Cuando una se encomienda a Santa Margaret Astor se producen milagros.
Trabaja como un jabato. Se mete horas en el cuerpo hasta que el estrés hace su trabajo y le quita de la cabeza cualquier otra preocupación. Y es maravilloso preocuparse por los problemas de la nueva restaurant manager o de la gobernanta, mucho más limpio que preocuparse por los propios (dado que no hay nada que hacer al respecto, claro está).
Y lo más peligroso... se va de compras.
El gato no quería ir de rebajas. Ya se excusó a sí misma con que se había comprado camisetas de dos y tres euros en el alcampo.
Pero esta mañana se ha levantado en la gata perlada (efectos secundarios de la tortilla de patatas y el vino blanco, acaba uno levantándose en cualquier parte) y ha salido a media mañana (antes gritó: "¡no sin mi desayuno!") hacia el pueblo. Que tenía que controlar el e-mail del trabajo, planchar ropa y no sé qué más decía...
Pero en el camino a S'Olivera en Remull hay un antro de perdición rebajil: el festivaltarc. Tiendas outlet a mogollón que además hoy estaban de rebajas. El gato no sabe cómo Leoncio ha hecho una pirula, se ha saltado la mediana de la autopista y ha pasado directamente al ramal de salida del centro comercial. Paberse matao. Pero se ha quedao ahí, aparcado como si nada y el gato lo ha dejado un rato solo, en el parking, para que se pensase mejor lo de andar haciendo el burro por la autopista.
Leoncio debe haber tenido mucho tiempo de pensar y hacer acto de contricción. Porque cuando el gato ha vuelto llevaba:
- DOS pares de zapatacos de tacón de Jaime Mascaró.
- TRES vestiditos muy monos y aptos para el curro.
- DOS faldas muy bonitas, también aptas para pijolandia.
- Un pareo para la playita.
TODO ello por el precio heróico de 86 € y unos cuantos arañazos a dependientas y otras tías a las que la prenda les sentaba peor que al gato. Indudablemente.
La vida sentimentaloide de un gato es una mierda como un piano, pero es la crack de las compras.
Ja.
Hoy he ido a ver a Jeta ( la hija de Jota, mi ex, que con el tiempo ha ganado dos letras: la p y la u. Ya no es Jota sino Joputa, aunque como eso es muy largo, creo que le llamaré cerdocabrón). Bueno, pues he ido a verla.
Tardé mucho en decidirme, porque como las cosas están así entre el cerdocabrón y yo, y al fin y al cabo cerdocabrón es su padre... pensé que podría molestarla.
Lejos de eso, contestó a mi mail con calidez, y me dijo que tenía ganas de verme.
Dicho y hecho. Hoy hemos pasado el día juntas y hemos comido cordero con romero y miel (Perli, Ca Nostra de Artá es un nuevo descubrimiento), y nos hemos contado muchas cosas. Hemos vuelto a su casa para coger un abrigo, porque refrescaba, y he visto a su madre. Como siempre ha sido inevitable que hablásemos del cerdocabrón y me he puesto de mala baba. No quería hablar de él pero he acabado diciendo que espero que mis abogados acaben con él antes de que le desplume la lagarta de la novia que se ha echado.
Pero el caso es que a cerdocabrón le va muy bien. Asume el negocio con su nueva novia (mientras me tiene como responsable en su hipoteca), sigue su carrera profesional con notable éxito y en el terreno sentimental se manifiesta como más feliz que nunca. Dice que por primera vez está enamorado.
Sí. Exactamente cinco años de mi vida tirados a la basura. Con el primer novio fueron casi siete. Y el último, ha sido sólo uno. Siete, cinco, uno. Voy mejorando ostensiblemente…
Al próximo que no se enamore de mí lo echo de mi vida en un mes.
Palabritadelniñojesús.
Zarpazo de
Gato
en
6/08/2008 09:58:00 p. m.
11
arañazos
Etiquetas: cerdos, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Mi amiga se casa. Fue así, aquí te pillo aquí te mato. Me he enamorado, vamos a vivir juntos, y el otro día fui a probarme un vestido a pronovias. Las cosas van bien (y ella está dejando que sucedan). Hace dos años, cualquiera lo hubiera dicho. Bueno, el gato sí, pero era mera especulación. Ahora me alegro infinito...
La depresión de Tele sube montañas y baja precipicios. Dice que esta vez ha salido del hospital sabiendo lo que tenía que hacer y que todo iba a cambiar. Que ya no va a resistirse. Si abre la caja de Pandora y deja salir todos los vientos, cuando vuelva a cerrarla todo se habrá resuelto. Bueno, como en todo conflicto, tendrá que contabilizar bajas y empezar la reconstrucción.
Xau cree que su relación se va a acabar. Después de comprarse un piso con él y hacer todo lo posible por entender y negociar, finalmente va a dejarse llevar y a cuidarse a sí mismo. No puede seguir nadando como los salmones, porque está muy cansado. Así que entrará en un momento cactus, con espinas hacia fuera y guardando su agüita adentro de sí. Me parece muy bien. Yo sé como besar a ese cactus sin que me pinche…
El gato también está cansado. Y cree que es momento de dejar que las cosas fluyan. Tampoco va a nadar como los salmones. Va a hacer lo posible por mantener aquello de sí que la hace sentirse bien y el resto lo va a eliminar. No sirve de nada rebelarse contra las circunstancias. Lo único que hace es perder energías por cosas que en el fondo no tienen que ser.
Y sólo le molesta saber que le estaban mintiendo un poquito, bailándole el agua, para evitar esa decisión.
Las cosas vienen y van.
Y hay que dejar que lo hagan.
Yo ahora me voy a tomar un desayuno tranquilo de fin de semana y después saldré a tumbarme al sol. Mientras tanto, que las cosas vengan o vayan a donde les parezca oportuno, que a mí me parece todo muy bien.
Un gato no es nada intuitivo. A menudo se la dan con queso y bien dada, porque suele pensar como Papá de Chershire que todo el mundo es bueno.
Pero hay algo que con los años ha aprendido el gato, y cuando se encuentra medio consciente es capaz de hacer: mirar.
Y lo importante cuando miras a alguien no es la impresión que quiere darte. Lo más interesante es la impresión que no te quiere dar... y ésa la dibujan cosas pequeñas. Son tan minúsculas que no nos preocupamos de esconderlas, porque habitualmente pasan desapercibidas.
Son nieblas microscópicas en el fondo de la pupila, agujas invisibles que nos pinchan los labios, un par de pasos con un ruído diferente en los zapatos, levemente violados por la emoción, el modo de coger el tenedor, como nos traiciona la risa o nos resucita la voz...
Las pequeñas cosas que son tan pequeñas que no nos molestamos en controlar... son las que gritan nuestra verdad, nuestros miedos y debilidades, la pasta de que estamos hechos.
Es apasionante recolectar cosas pequeñas de gente. Son tan diminutas que las bebo como lágrima que llega al labio y quiere desaparecer sin dejar rastro.
Y después creo que las olvido. Pero no es éso... es que las cosas pequeñas son como la energía, que ni se crea ni se destruye: sólo se transforman. En opinión. Y aunque ya no te acuerdas por qué, hay cosas de los demás que sabes con certeza.
El gato a veces ha elegido creer cosas durante un tiempo... pero éso sólo es sostenible hasta que un chasquido de dedos descarga una cascada de recuerdos de cosas pequeñas sobre su cabeza, y el cráneo se abre como una flor y una verdad atómica cae sobre ella como una nube de polvo plateado y frío.
Y la verdad siempre es buena. Lo que pasa es que a veces duele.
¡Eh tú..! ¿es a mí? ¿¿me estás hablando a mí??
Nada que envidiarle a Robert de Niro. Pero lamentablemente no hay nada que un cerdo pueda hacer contra un gato que dispone de un horno pirolítico, ajos y hierbas provenzales. Lo más duro fue partirle la cabeza. Sí, lo hice. Le abrí la cabeza en dos, con un machete y no poca dificultad.
Horas más tarde, con la barriga llena de marrano y vino tinto, el gato subió de nuevo al cuarto. Allí, otro cerdo estaba esperando y el gato pensó: hoy es el día de “arregla lo tuyo con los cerdos”, así que agarré mis acrílicos y me dispuse a cambiar a mi cerdo de loza marrón por un cerdo… verde, para empezar. Mientras estaba pintándolo, Nanür Dominatrix entró en la habitación del gato y dijo:
- ¡¡¡Anda!!! ¡¡Estás pintando tu cerdo!!
Y se fue.
Luego entró otra vez. Con pinturas metalizadas y glamourosas entre los dedos.
- ¡¡Mira éstas!! ¡¡molan un montón, úsalas si quieres!!
Y se fue otra vez.
A la vista de las purpurinas el gato tuvo un flus y se le ocurrió que ése cerdo tenía conflictos de personalidad… Y ejecutó la idea:
Bienvenido a casa, Cerdifante. Ahora te voy a llenar de pasta y tú te ocupas de que se te multiplique en la barriga.
Quiero mis intereses.
Entonces el gato se dio cuenta de que no hay dos sin tres, y se puso a pensar dónde andaría el tercer cerdo de que tenía que ocuparse. Y venga a pensar y, oye, que no caía…
Hasta que de repente se acordó:
- ¡¡¡Claro, mi ex!!!
Pero con éste no van a funcionar pinturas, ni ajos, ni siquiera machetes… ¡Cachen los mengues…!
Zarpazo de
Gato
en
1/08/2008 12:31:00 p. m.
9
arañazos
Etiquetas: alienígenas, animalitos, cerdos, en el trabajo, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Era viernes por la noche. Salí a las nueve de la oficina y camino de casa me paré en cierto centro comercial. Tenía que hacer una buena compra así que cuando acordé eran las 10:00. Corrí a una caja y cuando llegaba con mi carro, avisaron por megafonía que el centro estaba a punto de “cerrar sus puertas” y que nos dirigiésemos lo más rápidamente posible a las cajas. Otra pareja con carro llegó y se puso detrás de mí. Los de delante empezaron a buscar céntimos en el monedero mientras la cajera se iba impacientando visiblemente. Así que cuando empezó a pasar mi compra a las bolsas, ya estaba de mala leche.
Me puse delante para ir cogiendo bolsas pero ella debía pensar que era más rápida, así que las apartaba de mí para dejarlas hacia fuera. Primero la evalué en ergonomía: que bien están las pelotitas ésas de la mesa para que corran los packs pesados. Bien, se levanta para mover las cosas, mejor de pie que sentada. Mal, gira la cintura con demasiado ímpetu. Coño, va a romper las cosas de la mala leche que se gasta… Le miré el gesto y creo que odiaba a los puerros, a los yogures y al aceite. Lo odiaba todo. Empecé a sentirme agredida porque su mosqueo era como una nube tóxica, y supuse que era tarde, y me sentí mal. Pero también pensé que el falso horario de salida a las 10 es una mentira de su empresa, no culpa mía.
El caso es que cuando fue a cobrarme, con las prisas y la mala leche, la cagó. Pulsó la tecla que no tocaba y la caja se quedó bloqueada. Así que llamó a una compañera que no lo supo arreglar, y trató de hacer una cuenta a mano con un bolígrafo y un papel, y al final tuvo que llamar por teléfono a una jefa. Aquello desgraciadamente, alargó su estancia allí. Ella repetía “no sé que he hecho” y yo le dije que no se preocupase, que éstas cosas pasan. La pareja que esperaba detrás de mí la miraban con suficiencia, como diciendo “esto por tener tan mala leche”.
La jefa llegó, una rubia con una ceja en alto. Pulsó las mismas 4 teclas tres veces a una velocidad de vértigo y la caja se abrió. La cajera me cobró mientras la jefa se iba. Ví como los ojos se le llenaban de lágrimas y froté su hombro…
- ¡¡Eeeehh!!- susurré haciendo puente con la voz- tranquilízate… ¿es que llegas tarde a algún sitio?
Entonces ella me miró y me asintió con la cabeza haciendo pucheros. Sólo acerté a responderle “aisshhh, lo siento mucho”.
Me dio las vueltas y las gracias, y yo cogí mi carrito. Cuando lo hube descargado en el maletero de Leoncio me metí en el asiento del piloto. No había sido un día muy alegre. Así que aprovechando la situación me confraternicé con la cajera y lloré yo también. Aunque no demasiado, que llevaba verduras congeladas.
Bueeeeeno. Pues el viernes empezó con multa, pero acabó mejor. En pinchazo. Porque resulta que el temporal ha dejado tanta mierda en las carreteras que una rueda de Leoncio decidió intimar con un tornillo, bastante vulgar por otra parte. El coche se iba un poco hacia la derecha, pero no me dí cuenta hasta que no oí el sonido al pasar sobre las vías del tren de Sóller. Cachen los mengues. Xau vino a ayudarme a poner la rueda de repuesto pero no lo pudimos hacer, la herramienta que venía no nos servía para los tornillos de la llanta… Y tuve que llamar a una grúa. Y a diez minutos de cerrar, en el taller se negaron a atenderme. Y el gruísta tuvo pena y buscó la manera de ponerme la rueda de repuesto. Y yo pensaba “de puta madre, me tengo que mudar y pincho una rueda. Espero que mañana, sábado, abra algún taller…” Claro que me perdería mi clase de ergonomía del sábado.
Y sí, abrió un taller. Y me cascó 130 € por la rueda. Y el operario se cargó la llanta. Claro, que éso yo no lo vi hasta que había aparcado y miré mi rueda nueva después de darle la pasta al aparcachoches. Llamé por teléfono para decirles que me habían arañado (hendiduras de medio centímetro) la llanta y la chica me dijo “vuelve antes de que cerremos, que lo vean y reclamas lo que tengas que reclamar”.
Vuelta al polígono. Y yo con mi mudanza por hacer.
Y se tienen que quedar esta semana con la rueda, cuatro o cinco días para pulirla y pintarla de nuevo. “Oye, que yo vivo fuera, no me puedo quedar sin coche”. Y se ofrecen a ponerme la de repuesto. “Oye, que éso es de juguete. No lleva ni un día puesta, no he pasado de 40 y ya estaba desinflada. Me buscáis otra rueda”. Y me dijo que vale . Claro que no me lo creí mucho.
Y volví para aparcar. Y tuve que aparcar lejos, pero bueno, haría cajas y por la tarde y acercaría a Leoncio.
Pero cuando llegué al piso, sábado a medio día, el ascensor estaba roto. Sábado. A medio día. Sus muertos tos.
Llegué a la gata perlada. Lloré. La Perli me consoló. Y le dije que vale. Claro que no me lo creí mucho.
El Zagloso y la Perli se ofrecieron a adoptar a Akira. Saben que ahora me mudo, y que en un año me habré vuelto a mudar. Y Akira no va a aguantar tanto cambio, además de que no creo que me la pueda llevar tan lejos. Y no se me ocurre nadie mejor para que la cuide. Pero la miro y me da penita, y pienso si pensará que no me importa. Si los otros gatos piensan así como yo… Y la miro y le digo que se porte bien, que el Zagloso y la Perli son muy buenos…
Y el sábado por la noche me hacen una cena de despedida divina, las costillas con salsa guarracoa de la Perli con dos botellas de ánima negra para cuatro (aunque principalmente nos las ventilamos entre el Zagloso y yo). Y descubro al irme a dormir que mis cajas preparadas me arrebatan la comodidad: que ya no puedo seguir en la gata perlada porque mis cosas han hecho su maleta y que los paquetes sólo pueden ser abiertos en la casa nueva.
Y sigo tirando cosas. Y pienso que tengo demasiadas. Y no son nada, comparadas con las pertenencias de otro. Pero es que he contado, con ésta, 13 mudanzas en 16 años. De repente decubro que llevo ocho mudanzas con algo que ya no quiero llevar más conmigo. Que poseer pesa. Que tener frena. Qué cosas. Y he acabado satisfecha, porque sé que me puedo mudar con un viaje de Leoncio. Y siguen siendo demasiadas cosas, pero un solo viaje es una buena marca para una consumista como yo.
Y esta mañana me despierto en un pueblo muy bonito con el ruido de una máquina de obras. Soñolienta y cansada porque acabé a las 3 de la madrugada, pero hace buen día.
Hoy tenía que llevar a Leoncio al taller para arreglarle el golpe del camión de fruta, pero también me han puesto pegas. Demasiada chapa y pintura tras la tormenta, así que he rechazado la cita que esperaba desde hace mes y medio.
Mi outlook no funciona y Travi me ha dicho que tiene un problema y tendrá que reinstalar todo en mi ordenador.
Mis mails no llegan a Potemkin. Su servidor me rechaza use el mail de gatohotels, hotmeil o gmeil.
Me entero de que el día que me voy llega el capítulo en el que Dean se beneficia – alabado sea el señor- a Rory, y Lorelay se morrea con Luke. Y me lo he perdido, leches.
Y no os lo váis a creer. ¡¡Que me he partido una uña!!
Qué cruz, qué cruz…
Éso es lo que son. Supermanes. Ellos siempre tienen la situación bajo control. Saben lo que quieren, lo único que tienen que hacer es encontrar el modo de ejecutar los propios deseos. No sé si es una cuestión de educación, de complexión neuronal o qué coño pasa, pero ellos jamás van a admitir que tienen un problema o una duda. Especialmente si se refiere a nosotras. En lugar de eso, de hablar al respecto, la actuación escogida habitualmente es guardárselo y pensarlo internamente sin que se note nada.
Porque ellos saben disimular.
Solamente se les nota que están insoportables, de mala hostia, que les molestan las muestras de cariño, que se les hacen los dedos huéspedes. Pero el problema no lo cuentan, así que en realidad no está pasando nada.
Y lo que una sabe es que de repente tiene un padre o una pareja que es gilipollas, de la que percibe un rechazo poco demostrable pero muy hiriente, y una tensión brutal.
Pero ellos no han dicho nada. No han hecho nada malo. Sólo están ahí, manteniendo el tipo, que son unos valientes que te cagas. Tíos fuertes. Supermanes. Y un día deciden que sí, que les molas de verdad, o su problema se arregla, o les ha dejado de doler la espalda, y vuelven a ser muchachos majos y están contentos. Y tan contentos, como que no tienen ni puta idea de cómo han puesto las tripas del prójimo.
El epílogo de ellos es: crisis interna superada, soy un tipo genial y autosuficiente, he resuelto el problema yo solo y nadie se ha dado ni cuenta. Además mantengo las cosas bajo control perfectamente y disimulo de puta madre. Y lo he hecho yo solito. ¿He dicho ya que lo he hecho yo solo?
El epílogo de ellas es: ea, ya se le ha pasado. A ver qué coño estaría pensando que me ha tenido dos meses expulsada de su mundo, rechazándome, con los intestinos haciéndome nudos marineros y una buena dosis de congoja en el pecho. Si no fuera porque le quiero lo mandaba a la mierda. Aunque puede que, aunque le quiera, la próxima vez que me trate así, lo haga.
Y es que las mujeres tenemos una manía tonta de querer hablar de todo…
Zarpazo de
Gato
en
8/17/2007 12:34:00 p. m.
19
arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Un gato la ha vuelto a cagar. O no. O yo qué sé. Aún no ha podido arreglar del todo ciertos asuntos económicos con el ex (las relaciones que se acaban, a veces van dejando un rastro de moneditas detrás, como las lineas de baba de caracol cuando sube por una pared; y no es fácil terminar con todo y no tener que resolver esos asuntos pueriles en los que cada parte tiene que llevarse lo suyo).
Pero como corresponde a la tónica habitual, ya está en otras cosas. Que un gato piensa rápido y siempre ha dado la tercera vuelta de tuerca antes de que la llave inglesa haya dado la primera. Y el gato se ha ido a Londres, y a París, y ahora se va a Londres otra vez… y es verdad que las ciudades son bonitas. Pero no se va por las ciudades. Es que hay un barco muy mono que le ha gustado y quedan a tomar unas cañas por ahí. Se llama Potemkin y está acorazado. Así que, claro, no puede darse a su vez a un gato. Es lo que toca, porque tiene éso, que está acorazado. Además, un gato y un barco de guerra, así de entrada, no pegan mucho. Y encima viviendo uno a tomar por culo del otro.
Pero cuando están juntos todo parece divertido y tranquilo. Y el gato se esfuerza en no pensar más allá y mirar las posibilidades en positivo; está dejando de pensar en decisiones irreversibles y en consecuencias irreparables. Que todo es relativo y nadie se ha muerto de sentimiento. (Excepto los amantes de Teruel, pero ya se sabe, tonta ella y tonto él). Así que el nuevo lema es “¿Y qué, si no sale bien?”.
Pero Potemkin está paralizado. Está interesado en el gato, porque si no no viajaría para encontrarse con él. Eso es seguro. Además su sirena vibra con fuerza cuando está con el gato, que la escucha encantada. Y las chimeneas se yerguen orgullosas, expulsando el humo del acorazado a toda máquina. Pero el gato no está seguro de que ninguna de esas cosas tengan algo que ver con ella. Y no sabe de cierto por qué vibra grave la sirena y se alzan sus chimeneas como si fueran a pintar en las nubes; ni por qué la proa avanza tranquila y estable, como si la quilla pudiera cortar, después del agua, la misma playa, a placer; como si le diera por navegar una cordillera... Un gato no sabe nada porque Potemkin, que sigue siendo un barco de lo más majo, lo guarda celosamente para sí.
Y ahí anda, medio loca, que lo mismo salta y corretea jugando con un tapón de botella, que se pone a maullar con languidez a la luna toda la puta noche. Que la Perli tiene que estar hasta los cojones. De Akira y del gato.
Zarpazo de
Gato
en
8/09/2007 06:54:00 p. m.
14
arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Zarpazo de
Gato
en
7/18/2007 05:13:00 p. m.
14
arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Viernes, 15 de mayo, 09:45 AM
¡Tililililililí!, ¡Tilililililí!
GATO: ¿Sí?
SEBAS: Gato, ¿sabes qué pasa sexualmente con las personas que visten de negro?
GATO: A ver, éso que me vas a decir, dónde lo has leído, y qué base científica tiene, tío.
SEBAS:Lo leí en un reportaje muy científico
GATO: Ah, bueno. Entonces cuenta. Qué decía de mí.
SEBAS: De tí, no, de los que visten de negro.
GATO: Venga, va. Habla.
SEBAS: Las personas que visten habitualmente de negro se encuentran sexualmente insatisfechos.
GATO: ¿Y para éso necesitabas leer un reportaje científico tú? ¿Que no lo sabías ya?
Zarpazo de
Gato
en
6/15/2007 10:06:00 a. m.
8
arañazos
Etiquetas: en el trabajo, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
A un gato le ha pasado desde siempre. Se supone que un gato ha de ser rápido, ágil, sigiloso... pero no necesariamente todos los gatos lo son, y para muestra un botón.
Ya en el colegio, a la hora de hacer equipos para jugar en el recreo o en gimnasia, era de los últimos en ser elegidos. Quedaban siempre el gordo, el empollón canijo de boli y calculadora en el bolsillo y un gato. No es que fuera impopular -que tampoco era la reina del mambo- pero... era tremendamente torpe. El equipo que la elegía, perdía por cojones. Éso hizo fraguarse a un gato con motivación de competición cero.Participar no era lo importante: es que era la puta meta, porque ya era más que suficiente.
Más mayorcita jugaba a los dardos con los amigos. Para una noche buena que tenía, se daban ciento cincuenta malas. Y siempre tenía un tiro desviado. A veces estaba desviado a la derecha. Empezaba para tirar al 20, y conseguía cerrar el 18 de pura chiripa. Otras veces tenía el lanzamiento de dardo fláccido. Tiraba al 18 y le daba al 15. Eso cuando había suerte. Si no la había, los tiros desviados se iban indistintamente a números que no puntuaban o al marco negro, a las luces de la diana, al cristal del Marsella, a algún borracho parroquiano...
Y pasan los años, y un gato evoluciona, pero ciertas características continúan intactas. Ahora no hago ninguna actividad física - no cuento mi recién estrenado Tai-chi, del que seguiré informando, ni el levantamiento de ratón en la oficina-, no juego a nada que implique destreza física - estoy algo escarmentada- pero... tenía que salir por algún lado.
Y como generosamente introdujo Perlita, generando una expectación que me lastima, ahora mi mala puntería se manifiesta en el terreno sentimental. Tiro al 20 y le doy al 18. Hay varios ejemplos de esta mala puntería sentimental, pero voy a hablaros de uno, porque ya conocéis a los personajes: Daliborrrr y Konrrrad.
No es que un gato estuviera buscando tema, por dos cuestiones principales: que no tengo el corazón para muchos tangos y que aunque lo tuviera, lo de los ritos de apareamiento lo llevo fatal. Pero así, como de recreamiento de vista y en el trato, el que me molaba de los dos era Daliborrr. Que es menos guapo y más atractivo (Kenes no, por favor).
Daliborrr es más serio. Más centrado. Si nos reunimos los tres, él habla menos y dice más del asunto que nos ocupa. Korrrad es como un niño de metro noventa. Trata de hacerse el simpático: introduce temas personales, habla de mi costumbre de vestir de negro, observa si he adelgazado con el estrés, se sale del guión de manera constante... Pero he ahí que es el que está interesado en mí. Un día, viendo que Daliborrr y yo nos aproximábamos para mirar juntos el contrato de colaboración, discutiendo ciertos detalles, se levantó de la silla cuando el tema estaba medio finiquitado:
- Yo me voy... Si os queréis quedarr vossotrros - y dirigió una mirada de reproche a Daliborrr que no era de recibo.
"Bueno", pensé. Pero no hice mucho caso. Pero otro día tuvimos que subir a Puerto de Alcudia para embarcar a dos eslovacos hacia Menorca. Daliborrr llevaba en su coche a los dos trabajadores y Konrad se vino en Leoncio. Se arrellanó en el sillón, con todo lo grande que era, con las manos entrelazadas entre las piernas. Me constató la opinión hasta el momento: niño grande.
- ¿Qué perrfume llevass?
- ¿Eh?
- Perrfume. Qué perrfume ussas...
- Ah, err, pues...- cómo se llamaba- esss... una edición especial de... espera... Pleasures. Es una edición especial de un artista cubano, siempre me pasa que me quedan bien las ediciones especiales...
- Ess múy bueno. Múy frressco, y dulse también. Te queda múy bíenn.
- Eeh... gracias.
- ¿Qué ess? -mirando a la radio
- ¿Qué?
- Lo que ssuena, quíen canta...
- ¡Ah! es Hanne Hukkelberg.
- ¿Cómo? ¿Cómo sse esscrribe?
- Hanne Hukkelberg. Hache-u-ca-ca-e-ele-be-e-erre-gé. Hukkelberg.
- Ess múy bueno. Múy bueno.
Ahí sonreí a la carretera. Ay, boquerón, que tú quieres algo. Luego me preguntó dónde vivía, dónde quería vivir, y me comentó que quizá él también quería ir a un pueblo, y bla bla, y bli bli, y bla bla... Charlatancillo. Luego en el Culo Playa, delante de ellos le dije a Pedro que si iba a venir a comer conmigo, como le había pedido el día anterior, y me dijo que sí, que ya había avisado a su mujer. Konrrrad se hizo el desilusionado, dejando entrever que quería haber comido conmigo...
Pero el otro día fue la monda. Vienen a verme al despacho y nos sentamos en la mesa redonda. Daliborrr a mi lado con los asuntos de trabajo -como siempre- y él enfrente. Y en uno de los cruces de conversación, me lo veo apoyar la cara en la mano y, ATENCIÓN, me lanza un suspirín con ojos de cordero degollao...
Mega miope. Soy mega miope, lanzo al 20 y le doy al 18. Ésto me pasa desde que comenzó mi segunda vida. En la primera vida, era un gato tonto. Vivía al lado de un boxer que me parecía muy simpático, pero me daba corte entablar conversación. Pero veía que me ladraba, como que le daba alegría verme. Yo lo interpretaba así. Un día mi gilipollez superó a mi timidez y bajé del muro para intimar. Y así entré en mi segunda vida.
En mi presente segunda vida ya no soy un gato tonto. Soy un gato tonto y torpe. Y estoy deseando que me atropelle un coche, o que el vértigo me haga caer desde la baranda de la terraza de la Gata Perlada- ¿bastarán seis pisos?-, para entrar en mi tercera vida. No tengo mucho que perder, aún me quedan cinco vidas más.
Me impulsa la idea de que en la siguiente voy a ser un gato listo y hábil. El interrogante es si despertaré siendo un gato tonto, torpe y otra virtud semejante adicional. Que es lo que me temo...
Zarpazo de
Gato
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5/13/2007 11:44:00 a. m.
4
arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos..., un gato es toooorrrrpe
Hoy no hace muy buen día. Está el cielo encapotado. Pero no hace frío, sólo un airecillo desapacible.
Me he levantado con los músculos dormidos, tratando de moverme en la cama, para activar la circulación y la más que deficiente actividad neuronal; algo que me permitiera abrir los ojos y sentarme en el colchón. De haberme grabado lo hubiera colgado en el youtube y lo hubiera titulado "pulpo varado en la playa". Qué asco de cuerpo, tú.
El café y la ducha caliente... regular. Me he mosqueado; tanto, que le he dado al agua fría, fastidiándome de la cabeza a los piés. Pero aparte de maldecirme, he conseguido poca cosa.
He salido a la calle, he cogido a Leoncio, y he llegado diez minutos tarde a la oficina de Nuevos Mercados Europeos. Dalibor me ha ofrecido un café y se lo he aceptado. Me ha presentado a dos chicas que trabajan con él. Majísimas. Una de ellas era Mishka, a la otra le he borrado el nombre.
Y entonces es cuando el día ha cambiado de color. Se ha sentado enfrente de mí, hemos cerrado el trato de un modo definitivo -no sin dificultades de concentración por mi parte- y hemos vuelto a tener problemas para despedirnos. Es decir, ése momento tonto de "bien-bien, ya está- sí, ya está, entonces quedamos así- sí, quedamos así". Y yo pensaba "debe estar flipando, qué descarada soy".
En fin. Que qué buenísimo que está, por dios. Qué manazas más bonitas. Jo.
Zarpazo de
Gato
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3/06/2007 01:56:00 p. m.
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arañazos
Etiquetas: en el trabajo, mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...
Suena la música de llamada, y al encontrar -nos saltamos el trámite de la búsqueda en el bolso, ése agujero negro de la mujer actual- el teléfono, ésta es la pantalla que puedo leer:
Zarpazo de
Gato
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2/22/2007 07:33:00 p. m.
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arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos..., se me va la pinza
Éste fin de semana me han dicho que me parezco a Carrie, la de Sexo en Nueva York. He de confesaros que mi vida sexual no es tan activa. Bueno, no es ni la mitad de activa. A ver, en realidad mi vida sexual actual no... esteee... bueno, no hace falta que entremos en detalle; lo cierto es que ese asunto no tiene la menor importancia si voy a hablar de sexo.
¿Inexplicable?
No, ahora lo váis a entender. Puede que algunos delimiten la actividad del sexo como el acto sexual, siempre y cuando la única motivación sea hedonista, y no exista implicación afectiva alguna. O puede que otras personas entiendan por sexo cualquier conducta orientada a la seducción.
Para mí EL SEXO, en este delicado momento de mi vida, con mi dilatada -juas- experiencia, y alineamiento éste de los planetas... queda completamente definido por este objeto.
¿Que no es para tanto? Mirad, tienen pelo:
P.D. El parecido con Carrie está en que, por lo visto, la chica utiliza la compra de zapatos para animarse. Era éso.
Zarpazo de
Gato
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2/19/2007 03:52:00 p. m.
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arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos..., se me va la pinza
Zarpazo de
Gato
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11/09/2006 05:48:00 p. m.
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arañazos
Etiquetas: mi vida es un erial... por éso me he dado a la compra compulsiva de zapatos...