¡Oh, mundo!

A veces el mundo nos depara emociones maravillosas e inesperadas. No tienen por qué ser negativas siempre:

- ¡¡Estás despedida!!

Bueno, esa de hecho no era ni inesperada... A lo que voy. Rebi me enseñó el video de un bebé sordo al que le ponen un implante para oir y es precioso verle escuchar la voz de su madre por primera vez. A Moira le pasó con una flor. Moira es una gata madrileña residente en un décimo piso, con lo que hay ciertos aspectos de la naturaleza que desconoce... como la textura y el olor de un clavel:

Cuando lo vió por primera vez se lanzó a por él como una loca... y a mí me recordó a Jack:

Me gusta cuando mi estado mental me permite salir con los ojos limpios y ver el mundo así. Recuperar la capacidad de sorpresa, disfrutar de la ingenuidad, intentar hacer algo nuevo y sentir la emoción de la aventura, escuchar golondrinas y oler la primavera y teletransportarme a los cinco años. Y soñar con que todo va a ser nuevo otra vez, y sentir con la inocencia de un niño o de un animal...

Bueno, mejor me quedo con la inocencia de un niño. Que Moira nos ha salido muy predadora.

El cariño de Rebi

No es porque se acerque el día de los enamorados. Hablo del cariño del Rebi con Moira. La agarra como a un bebé, la zarandea, la muerde las orejas, le hace pedorretas en la barriga y mientras, Moira pone cara de hartura.

También empatiza con ella. Una barbaridad. Así que hoy lleva todo el día preocupado porque, desde esta mañana, Moira no podía comer nada; para poder operarla mañana.

Esta noche ha decidido consolarla.

La ha cogido en brazos, dándole besos y cantándole una canción inventada:

- Lala, lalaralaralaaaaa, mañana te vamos a castraaaar,
Lala, lalaralaralaaaaa, te vamos a quitar los ovarieeeejos. CHUIKI, CHUIKI!!

No entiende por qué la gata sigue con cara de fastidio...

Celo

¡Snif! ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Parece que fue ayer cuando fuimos a recogerla a Azuqueca de Henares y mírala!! ¡Ya es mujer! Que digo gata...

Miaaau miaaau requetemiiiiiiii...

La oímos el lunes pasado, con una pena y un sentimiento... Y Rebi:

- ¿A ésta qué le pasa?

- Pues me temo que tiene el celo.

Y efectivamente, es jovencita pero precoz, tiene ganas de marcha y mucha melancolía. Yo la cepillé un rato, y mientras tanto se callaba, pero después seguía. Yo creo que se dio cuenta de que lo que le hace falta no es que la cepille... sino que alguno se la cepille.

Miiiiiiii... miiiiiii...

Y aprovechando la ocasión, después de tanta dejadez, la llevamos al veterinario. El veterinario nos dijo que estaba bien, le puso una vacuna y un antiparásitos de gotitas en la espalda y la pesó y le dio una cartilla de la comunidad de Madrid y nos dio mil opciones para intentar explicar por qué le ha dado por cagarse en la ducha.

- ¿Hace así con las patitas cuando sale de la arena?

- No, ¿por qué?

- Porque éso es que no les gusta el tipo de arena... ¿Os habéis fijado si cuando lo ha hecho, tenía la puerta donde está su arena cerrada?

- Sí. Y no, siempre lo tiene abierto.

- Ah. ¿Tiene algún aparato que hace ruido donde está su arenero? Algo que la sobresalte o sea desagradable...

- No.

- Mmmhhh. Podríais probar a ponerle un cacharro de arena en el baño... para ofrecerle alternativas...

- Bueno, es que nuestro baño es pequeñito, por éso tiene ducha, y es bastante complicado...

El caso es que anoche, miaaaurequetemiaaau, decidimos confinar a Moirita a la zona más alejada de los vecinos (y más próxima a nuestro dormitorio), así que cogimos su arena y la pusimos en el baño, en el único sitio que hay: delante de la ducha, entre el váter y el bidet. Que no hay más.

Pasado un rato de miiiii, miiiii, un gato huele el inconfundible aroma de los churros de Moira. Va corriendo al baño y se encuentra que practicamente saltando el arenero, Moira ha vuelto a hacerse sus cosas en la ducha...

- ¡¡¡LA MADRE QUE LA PARIÓ!!!!


Y vuelta a fregar con lejía. Lo más gracioso es, que después de seis meses en esta casa, este fin de semana venían nuestros primeros invitados para dormir, y yo pensando en los miaus y en las cacas en la ducha... estaba en un sinvivir.

Tuvimos suerte: el celo se le pasó para el fin de semana y no se hizo nada mientras estuvieron aquí Gurú y Guruchorvo. Pero pasado mañana Moira tiene una cita con el veterinario. Y tengo reservado en la biblioteca un libro de Trastornos del comportamiento en perros y gatos. Y veremos a ver quién gana esta guerra...

Ice ice baby!

Este post va de hielo. Sin fuego.

[Inciso: Querido George R. R. Martin, que acabo de terminarme el tomo cuatro y al final del librote dices has escrito mogollón, y que a ver si el año que viene sacas el siguiente tomo, y bla bla... quería recordarte que la edición en castellano salió en 2005 y estamos en 2010. Que ya te vale. Como tengas el mal gusto de diñarla sin sacar el libro y dejes que algún vástago se haga cargo del tema, me cago en tus muelas. Que ese libro es más ansiado que la muerte del Doctor Andrade en Topacio.]

Pues éso, hielo. Que me he acordado de la canción, y de que ésto lo bailabamos en la disco de verano Canadians de Alpujarrete de arriba, sí señor, con los pasos arrastrados para atrás. Qué horror, qué tiempos. Y me he acordado de que además del hielo de Vanilla Ice tuve un encontronazo estúpido con otro tipo de hielo. Hacía un calor espantoso y mi hermana me pidió otro hielo para su cocacola. Fuí a la barra, bien mandada, y le dije al camarero:

- Que si me puedes echar un hielo.

Entonces, se descojonó con su amigo.

- ¿Quieres un hielo... o un cubito de hielo?

- Dos, quiero dos cubitos de hielo, por favor.

Puto catedrático de la lengua, con camisa de rayas remangada a lo Tom Cruise en Cocktail, tú...

En fin, puedo seguir relacionando estupideces con hielo, pero mejor me atengo a los hechos. Hoy vivo en Madrid, y aquí hace frío. Leoncio lleva dos días enterrado en nieve y cuando paso a su lado, me huele y gruñe. No le advertí que salir de la isla podía significar ésto...

Si no llueve, nieva. El cesto de la ropa estaba a reventar, y yo, cual maruja atribulada, ya no sabía qué hacer con mi vida.

Entonces, un buen día (como en los cuentos) el cielo apareció sólo medio gris (no gris entero). Y dije, hete aquí que voy a poner una lavadora. El carácter frío de mi casero le impidió poner una lavadora nueva cuando vinimos -y teniendo en cuenta que la nevera que sí compró hace hielo ¡más hielo! desde el segundo día, aún no nos hemos decidido a pedirle un cambio-. No centrifuga demasiado bien y la ropa tarda en secarse mucho. Máxime cuando hace tanto frío.

Porque cuando hace tanto frío como ahora, la ropa no se seca; se congela, y una camisa del curro puede quedarse así...

Una camiseta blanca está colgada para los restos...

Y la ducha se convierte en la cámara de descongelación.


Finalmente optamos por tender dentro de casa, con el riesgo de resfriado consecuente. Pero entonces descubrimos que a Moira no le gusta que tendamos la ropa dentro de casa.

Qué duro es ser madre y maruja en invierno...

Doméstico de reciente incorporación

Moira nos tiene despistados. Nunca me había encontrado con nada igual, porque Akira, exceptuando la rebelión de la mierda torta, nunca me ha desafiado como ella. Así que cuando, paseando en la biblioteca de psicología me encontré con un estante de psicología animal y encontré un librito sobre el lenguaje de los gatos, lo apreté contra mi pecho camino a la máquina de autopréstamo...

Según el veterinario que lo ha escrito el principal hecho que olvidamos de un gato es que no es un perro, y ya sé que parece perogrullada. Pero es que el perro lleva mucho más tiempo domesticado por el hombre que el gato, y este último además no es un animal social. Y todos los comportamientos de un gato han de ser filtrados y entendidos asumiendo que siempre tienen ese lado más salvaje.

Con Rebilated me pasa algo parecido. Tengo que tener en cuenta que es doméstico de reciente incorporación. Éso me ayudará a comprender comportamientos como el siguiente:

Sábado, 08:20 de la mañana.

- Rebi, ¿pondrás una lavadora de blanco?

[Microgesto]

- ¿Qué?

- ¡¡Yo no he dicho nada!!

- ¡No, pero has puesto cara rara!

- Bueno, ¿qué lo pongo, al C?

[Nota para neófitos en el complicado arte de poner una lavadora: existe una probabilidad de un 95 % de que el programa estandard con el que se puede lavar casi cualquier prenda (menos lanas y fibras naturales no lavadas: ante la duda, mira la etiqueta, pregunta o deja la prenda fuera del tambor) sea, en cualquier aparato, el C, o el 3. La P suele significar Prelavado y los primeros programas serán a 90 y 60 grados en los que un jersey de la talla 40 puede convertirse en la talla 4 años, ¡alerta! ]

- Sí, puedes ponerlo al C.

Un gato se fue a clase. Volvió unas seis horas más tarde. La lavadora estaba en marcha, de lo que dedujo que justo antes de que ella volviera, Rebi se acordó de la lavadora. Ambos se fueron a comer fuera y la lavadora seguía en marcha, así que por la tarde cuando un gato llegó sola a casa, se dispuso a tender. Pero tardó muy poco, porque Rebi había metido en la lavadora de blanco estrictamente cuatro camisetas interiores, dos camisas y dos pares de calcetines. Un gato estaba segura de que había más ropa "de blanco" para lavar, y fué al cesto de la ropa sucia. Pero claro, allí se encontró con prendas gris claro, celestes, beiges... que no eran blancas. Llamó a Rebi.

- ¡Qué pasa contigo!- no es acritud, Rebi siempre coge el teléfono a sus amigos diciéndo qué pasa o Qué pasa brodel o cosas por el estilo.

- Me quiero suicidar...

- Pero , ¿por qué?

- ¡¡Que no has metido nada en la lavadora de blanco!!

- ¿¡Comorl!?

- Pues éso, que estaban la camisa celeste, las camisetas grises, y otras cosas que podías haber metido, ¡que has puesto la lavadora casi vacía!

- Jo, tú me has dicho que pusiera una lavadora de blanco...

- Ya, Rebi, pero hijo, no me digas que no sabías... ¿Y cómo has metido las camisas? Mira que tienen rayas...

- Bueno, es que lo he pensado, y éso era eminentemente blanco.

- ¡Pffjuas...! Bueno, ya que era sólo de cosas blancas, podías haber metido la mantita blanca del cuarto de estar...

- Es que la mantita no estaba en el cesto de la ropa sucia.

- ...

- No estaba para lavar...

- ¡Me quiero suicidar...!

- Jo, yo soy un soldao, he hecho lo que me has dicho...

Como con Moira. Se me ha olvidado que el Rebi ha sido domesticado hace poco tiempo y que tengo que tener en cuenta ese fondo asilvestrado...

Agente de seguridad

Últimamente he estado un poco preocupada por la seguridad en casa. Tenemos puerta blindada, vivimos en un décimo al que difícilmente podrían escalar por la fachada o el patio interior... pero qué le vamos a hacer, que no me fío. Será porque soy una pueblerina en la ciudad. Y además soy gafe. Así que pensé que necesitaríamos ayuda.

Un día me armé de valor y le confesé mis temores a Rebi:

- Tenemos que hacer algo para que no entren en casa y nos roben.

- ¿Que no nos roben qué? ¿La tele que no tenemos? ¿El montón de pendientes de zafiros y diamantes que tienes de SIX?

- Hombre, el ordenador nos lo podrían robar. Y tus muñecos pintados. Que antes de pintar vale, pero despues te jodería un huevo...

- ¿Y qué quieres que hagamos, poner una alarma?

- No sé... a lo mejor un vigilante... o ¡¡Ya sé, un animal que asuste a los ladrones!!

- ¿Un animal que asuste? ¿Un dragón?

- ¡¡Sí!! Pero bueno, con un perro policía igual nos basta...

Al final lo convencí, y como soy experta en selección de personal, me puse a buscar nuestro candidato. Y después de lanzar varias ofertas, lo encontré.

Os presentamos a Moira:

El reposo de la guerrera

Bueno, vale, aquí parece inofensiva. Pero mirad que no se separa de su lanza ni para dormir. Si la viérais tirarla a toda velocidad contra los ojos de los intrusos, ya veríais, ya... Bueno, veríais si no fuerais intrusos.

Ya se está familiarizando con el sistema de seguridad robotizado de la Gata Rebilada, y ha demostrado ser un agente despierto y avisado:

Estableciendo contacto . Para que luego se diga que si tal y si cual y si los gatos con los ratones pascual.

Lo único que me tiene mosqueada es que haya otro gato, mucho más joven y atractiva que yo, en la casa. La Gata Rebilada tiene peligro de convertirse en una historieta de Sandwich de Verbenero.

Ahora me siento mucho más segura, dónde va a parar. Después de largas deliberaciones hemos decidido llamarla Moira, como a las deidades griegas del destino. Se las representa tejiendo con distintos hilos las vidas de los hombres. Y hemos pensado que el nombre le viene al pelo, porque sospechamos que esta gatina... la va a liar.