Buen provecho
Se arrancó el corazón y lo puso encima de la tabla de corte. Lo despiezó en dados mientras se hacía el sofrito de ajo y cebolla, y al echarlo sobre el aceite hirviendo, éste le salpicó manos y brazos.
Con la pala de madera le iba dando vueltas, añadiendo la sal a pellizcos por intuición, oliendo los botes de especias y añadiendo según le parecía pimienta, tomillo, romero, comino... Añadió vino blanco hasta cubrir en su mayoría los pedazos y lo hizo cocer, hasta trabar la salsa.
Cuando él llegó, la mesa estaba puesta y el pan recién sacado del horno.
- Está bien, sólo que la carne es un poco dura.
- La he tenido un buen rato, pero claro, es carne de corazón.
- Pues quedaría mejor con otra carne.
- Bueno, es que quería cocinarte el mío.
- No tenías que molestarte mujer. Habértelo quedado tú, total, mejor provecho hubieras hecho con él.
Ella miró los pedazos pringosos de salsa y guardó silencio. Probablemente, él tenía razón.
7 comentarios:
ay... a mi el corazón se me ha quedado pasita con este cuento...
uy! pero si no tengo, yo lo hice a la riojana.
Hija mía... no tengo palabras.
Un cínico diría que es mucho mejor el hígado: sabe mejor encebollado y además se regenera. Pero ya le digo, un cínico.
Eeeeeeeerrr... El pelo crece, enseguida vuelvo a ser la misma.
Qué penita.
Jo.
snif¡
Ya está, era un cuento, no os preocupéis... Hale, ya he actualizado. Procuraré no volver a escribir nada triste, que hay que ver cómo os ponéis...
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