Todo en su lugar
Terminó de sacar las cosas de la última caja. Unas en un cajón, otras sobre la cómoda y por fin estaba vacía. Quitó el precinto del cartón y aplastó la caja para llevarla a la basura. Por fin estaba todo.
Se frotó la zona lumbar mirando con alivio a su alrededor: por fin estaba todo. Por fin estaba todo. Todas las cosas viejas tiradas, las que aún deseaba conservar colocadas, las nuevas, por llegar, con espacio suficiente para traerlas...
Pero le invadía la sensación de que olvidaba algo. Como viajero con su maleta; que sabe que al llegar al hotel, y sólo entonces, recordará qué pertenencia vital ha olvidado.
Entonces cayó en la cuenta. Dándose una palmada en la frente, se susurró: "Mierda. Y ahora adónde coloco yo todo este cariño que se me ha quedado por aquí suelto... "
Y el cansancio le hizo sentarse en la cama.
6 comentarios:
Pues que le sobre a uno cariño, de ese suelto, es una fortuna hoy día. Y no hay problema. Siempre habrá dónde colocarlo.
Pues yo creo que no hay mejor lugar para el cariño: que esté por ahí esparcido.
Bonito y corto post.
Bueno, Martínez... tiempo al tiempo.
Querida, la síntesis no es una de mis virtudes, juas juas. Pero alguna vez suena la flauta. Y lo de dejarse el corazón untado por las paredes es bonito, pero poco práctico, me temo...
Hija, que penita... Y mira que el piso es grande, pero no sé yo si va a caber todo.
Con la de sitio que tengo yo en mi salón...
Ahora lo entiendo casi todo.
Besos y ánimos.
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