Homicidio involuntario

Gato se levantó por la mañana y entró en su trucu-trucu, dispuesta a hacer frente a otro duro día de trabajo. Camino de Binissalem un ser desconocido que pareció materializarse de la nada a un centímetro del cristal, se estampó en el parabrisas y dejó un asterisco como un lucero de color mostaza. No sería la última ocasión de matar, aunque sí la única aprovechada.

Un par de horas más tarde un orondo alemán disparó su barriga granate-fuxia de improviso sobre el asfalto de las turísticas callecitas de Palmanova, amenazando seriamente la integridad de Trucu-trucu con un gato en su interior.

Anochecía, pero antes de llegar a casa, con la premisa de no alterar la dulce vida hogareña de Jota y Jeta, un gato se detuvo en la gasolinera para gastar un par de euros en pistola limpiacoches y complicarles la vida a Grisson y Horatio. Mientras insistía sobre el mostaza con el jabón, recordaba los vómitos de "Tumba abierta" y de jactaba de la nimiedad de su cometido. Luego, cual maruja común, entró sonriendo y besando a la familia; disponiéndose a añadir los ingredientes necesarios, siempre después de lavarse las manos, a las margaritas precocinadas que les servirían de cena.

FIN