domingo, 1 de enero de 2012

Bienvenidos a 2012


Ya ha llegado el esperado 2012; el año del fin de la crisis, que nos dijeron hace un tiempo, juas.

Pero también es el año en el que se acaba el mundo. A lo mejor por éso la crisis ya no debe preocuparnos; ni éso ni que nos suban el IRPF ahora en enero, que son chorradas que a quién le van a importar. Afortunadamente Rajoy ya tiene la mayoría absoluta necesaria para hacer lo que debe hacer -excepto cumplir las promesas hechas antes de las elecciones-. Mayoría absoluta de la que misteriosamente nadie se hace responsable.

Por cierto, a todos los votantes arrepentidos: agarrarse los machos, que yo no le he votado y también voy a sufrirlo. Y no digáis que no os pensábais que iba a ser así... porque entonces además de todo, somos un país de gilipollas que se merece lo que quiera que venga a partir de aquí.

Pero no venía yo a hablar de política... que venía a desearos feliz año y que todos vuestros deseos se cumplan. Y todos los míos.

Lástima que me pille pesimista este uno de enero (he dormido poco para comer chocolate con churros) y mis deseos no sean del todo molones. Hoy no tengo ganas de hacer mi tesis. Tampoco tengo ganas de trabajar, pero aquí estoy echando la tarde con cosas que mañana tendré que contarles a mis adorados jefes de Martínez Mercenarios S.L. Que no, que no me quejo, que tengo trabajo y éso es una suerte.

Es sólo que me estoy hartando de ser española. Pero Rebi no quiere venirse conmigo a vivir a Australia. O a Chile. O a Corea del Sur. O a Japón, que con sus tsunamis y terremotos todavía nos va a dar sopas con hondas a toda Europa antes de que hayamos decidido cuál el siguiente rescate.

Aquí estamos bien. Al fin y al cabo tenemos trabajo, que es una suerte, y todo lo que uno puede necesitar para vivir. De momento. Y mañana ya veremos.

Pero un gato es un puto coñazo, incluso para el propio gato. Porque siempre va más allá, siempre mira más lejos, y además tiene la jodida manía de ponerse en el peor escenario. No es pesimismo, es un ejercicio de puesta a punto mental: un gato se pregunta qué es lo peor que puede pasar, para prepararse y soportarlo. Y un gato se mira las zarpas ahora de un modo distinto: porque ve en ellas su edad. Treinta y cinco en cuatro meses.

Y no sabe qué tiene, qué pasa, qué es lo que no acaba de encajar, porque alrededor todo está bien, qué cojones, lo tiene todo bien montado. Más o menos así:


Si, lo sé, es estúpido querer largarse de un sitio así. Me lo dijo mi amigo el hamster. Pero un gato no puede evitar preguntarse qué pasaría si pudiera vivir en un sitio donde no supiera exactamente de qué color termina y en donde desemboca el tobogán amarillo de al lado de la casita.

Sí, es cierto, da un poco de miedo pensarlo. Mejor nos estamos quietos.

3 comentarios:

Vanessa dijo...

Auch... Tu post es muy cierto pero no por eso, hace menos pupita.
A mi también me asombra lo de la mayoría absoluta del PP: sacan mayoría absoluta, pero NADIE les ha votado. Bueno, yo conozco a una que sí: mi esteticién. En fin, que es como lo de las revistas del corazón: nadie las compra, pero son las más vendidas en España. Qué vida esta.
Feliz Año Nuevo!!

Speedygirl dijo...

Querer salir da miedo siempre... pero merece la pena!

FELIZ AÑO!

Hacha dijo...

Que no has votado al PP?? No me lo puedo de creer!!!Yo aqui ando, en mi puesto de trabajo en el que no encajo, con un sueldo que no me llega ningún mes, la agenda donde tenía que apuntar los buenos propósitos de año nuevo olvidada en casa... Yo tengo a uno que a cada momento me propone irnos a Nueva Zelanda, en verdad molaría...:)