lunes, 11 de agosto de 2008

El valor de las cosas

Ayer el gato tenía invitados en casa, así que el sábado tocó arreglo de jardín. Barrer hojarasca contra el viento en el calor puede ser desesperante. Y recoger basura del suelo , y podar plantas asilvestradas. Y arrancar malas hierbas... Se arañó con los rosales trepadores y algo le picó en el dedo gordo del pie y dolió mucho durante un par de minutos. Sudó, como un condenado a trabajos forzados y cuando se cansó, se duchó con la manguera y se tiró en la piscina.
Sosteniéndose a duras penas en una tabla de corcho y con dos churros de aquagym bajo las rodillas, hizo el gato muerto. El agua fresca en la espalda, el sol en la barriga, y los músculos laxos, flotando en la superficie. Entonces el gato pensó: soy la puta reina de Saba.

Y sí, se está muy bien flotando en una piscina. Pero nunca es tan absolutamente delicioso como cuando antes se ha trabajado, se ha pasado un calor espantoso, se han llevado carretas de desechos, se han sufrido arañazos y picaduras... el cuerpo no se derrama igual de bien. Y el gato pensó que ahí estaba la gracia, en el contraste. Como en todo. No hay placer sin dolor, ni felicidad sin tristeza.

Gurú y Guruchorvo se van de la isla. De oca a oca y tiro porque me toca. Han hecho balance y... hacen paquete y adelante. Y es curioso pensar que lo que les espera tiene valor por lo que ya han vivido; porque han tenido la suerte de hacer balance.

Así que cuando el gato se sienta desgraciado va a darle la vuelta a la tortilla: si algo no le parece suficientemente bueno... a lo mejor es que vive demasiado bien.



Y a los que se atreven con los cambios, buen viaje. Que cuando los amigos se van sólo significa una cosa: que se diversifican los destinos de vacaciones.

3 comentarios:

Chirly dijo...

Gato, lo de que se diversifican los destinos de vacaciones es una verdad como un puño¡¡ Que me lo digan a mí¡ejejej

Por cierto, que vivir en muchas ciudades distintas diversifica un huevo, ejeje

Kisses

Gato dijo...

Chirly, se implanta el turismo de bajo coste con la crisis, y tener amigos fuera se convierte en un destino muy apetecible: amigos + casa. Se cuida al anfitrión para no molestar, y ya está...

Antígona dijo...

Una reflexión muy positiva, Gato. Yo he intentado adoptarla mil veces como propia. Y a veces lo consigo. Pero no siempre. El problema es que me encanta quejarme. Al menos el derecho al pataleo, ¿no?

¡Un beso!