Mala puntería
A un gato le ha pasado desde siempre. Se supone que un gato ha de ser rápido, ágil, sigiloso... pero no necesariamente todos los gatos lo son, y para muestra un botón.
Ya en el colegio, a la hora de hacer equipos para jugar en el recreo o en gimnasia, era de los últimos en ser elegidos. Quedaban siempre el gordo, el empollón canijo de boli y calculadora en el bolsillo y un gato. No es que fuera impopular -que tampoco era la reina del mambo- pero... era tremendamente torpe. El equipo que la elegía, perdía por cojones. Éso hizo fraguarse a un gato con motivación de competición cero.Participar no era lo importante: es que era la puta meta, porque ya era más que suficiente.
Más mayorcita jugaba a los dardos con los amigos. Para una noche buena que tenía, se daban ciento cincuenta malas. Y siempre tenía un tiro desviado. A veces estaba desviado a la derecha. Empezaba para tirar al 20, y conseguía cerrar el 18 de pura chiripa. Otras veces tenía el lanzamiento de dardo fláccido. Tiraba al 18 y le daba al 15. Eso cuando había suerte. Si no la había, los tiros desviados se iban indistintamente a números que no puntuaban o al marco negro, a las luces de la diana, al cristal del Marsella, a algún borracho parroquiano...
Y pasan los años, y un gato evoluciona, pero ciertas características continúan intactas. Ahora no hago ninguna actividad física - no cuento mi recién estrenado Tai-chi, del que seguiré informando, ni el levantamiento de ratón en la oficina-, no juego a nada que implique destreza física - estoy algo escarmentada- pero... tenía que salir por algún lado.
Y como generosamente introdujo Perlita, generando una expectación que me lastima, ahora mi mala puntería se manifiesta en el terreno sentimental. Tiro al 20 y le doy al 18. Hay varios ejemplos de esta mala puntería sentimental, pero voy a hablaros de uno, porque ya conocéis a los personajes: Daliborrrr y Konrrrad.
No es que un gato estuviera buscando tema, por dos cuestiones principales: que no tengo el corazón para muchos tangos y que aunque lo tuviera, lo de los ritos de apareamiento lo llevo fatal. Pero así, como de recreamiento de vista y en el trato, el que me molaba de los dos era Daliborrr. Que es menos guapo y más atractivo (Kenes no, por favor).
Daliborrr es más serio. Más centrado. Si nos reunimos los tres, él habla menos y dice más del asunto que nos ocupa. Korrrad es como un niño de metro noventa. Trata de hacerse el simpático: introduce temas personales, habla de mi costumbre de vestir de negro, observa si he adelgazado con el estrés, se sale del guión de manera constante... Pero he ahí que es el que está interesado en mí. Un día, viendo que Daliborrr y yo nos aproximábamos para mirar juntos el contrato de colaboración, discutiendo ciertos detalles, se levantó de la silla cuando el tema estaba medio finiquitado:
- Yo me voy... Si os queréis quedarr vossotrros - y dirigió una mirada de reproche a Daliborrr que no era de recibo.
"Bueno", pensé. Pero no hice mucho caso. Pero otro día tuvimos que subir a Puerto de Alcudia para embarcar a dos eslovacos hacia Menorca. Daliborrr llevaba en su coche a los dos trabajadores y Konrad se vino en Leoncio. Se arrellanó en el sillón, con todo lo grande que era, con las manos entrelazadas entre las piernas. Me constató la opinión hasta el momento: niño grande.
- ¿Qué perrfume llevass?
- ¿Eh?
- Perrfume. Qué perrfume ussas...
- Ah, err, pues...- cómo se llamaba- esss... una edición especial de... espera... Pleasures. Es una edición especial de un artista cubano, siempre me pasa que me quedan bien las ediciones especiales...
- Ess múy bueno. Múy frressco, y dulse también. Te queda múy bíenn.
- Eeh... gracias.
- ¿Qué ess? -mirando a la radio
- ¿Qué?
- Lo que ssuena, quíen canta...
- ¡Ah! es Hanne Hukkelberg.
- ¿Cómo? ¿Cómo sse esscrribe?
- Hanne Hukkelberg. Hache-u-ca-ca-e-ele-be-e-erre-gé. Hukkelberg.
- Ess múy bueno. Múy bueno.
Ahí sonreí a la carretera. Ay, boquerón, que tú quieres algo. Luego me preguntó dónde vivía, dónde quería vivir, y me comentó que quizá él también quería ir a un pueblo, y bla bla, y bli bli, y bla bla... Charlatancillo. Luego en el Culo Playa, delante de ellos le dije a Pedro que si iba a venir a comer conmigo, como le había pedido el día anterior, y me dijo que sí, que ya había avisado a su mujer. Konrrrad se hizo el desilusionado, dejando entrever que quería haber comido conmigo...
Pero el otro día fue la monda. Vienen a verme al despacho y nos sentamos en la mesa redonda. Daliborrr a mi lado con los asuntos de trabajo -como siempre- y él enfrente. Y en uno de los cruces de conversación, me lo veo apoyar la cara en la mano y, ATENCIÓN, me lanza un suspirín con ojos de cordero degollao...
Mega miope. Soy mega miope, lanzo al 20 y le doy al 18. Ésto me pasa desde que comenzó mi segunda vida. En la primera vida, era un gato tonto. Vivía al lado de un boxer que me parecía muy simpático, pero me daba corte entablar conversación. Pero veía que me ladraba, como que le daba alegría verme. Yo lo interpretaba así. Un día mi gilipollez superó a mi timidez y bajé del muro para intimar. Y así entré en mi segunda vida.
En mi presente segunda vida ya no soy un gato tonto. Soy un gato tonto y torpe. Y estoy deseando que me atropelle un coche, o que el vértigo me haga caer desde la baranda de la terraza de la Gata Perlada- ¿bastarán seis pisos?-, para entrar en mi tercera vida. No tengo mucho que perder, aún me quedan cinco vidas más.
Me impulsa la idea de que en la siguiente voy a ser un gato listo y hábil. El interrogante es si despertaré siendo un gato tonto, torpe y otra virtud semejante adicional. Que es lo que me temo...
4 comentarios:
Querida Gato:
te escribo esto mientras estas aquí a mi ladito escuchando canciones de eurovision de otros años.
Querida, hay gente que evoluciona... y gente que muta. Tú eres mutante, y eso no significa que mejores en tus posteriores versiones de ti misma.
Polonia es bonito. El muchacho suspira. Aquí el que no corre, vuela.
Estoy con Perlita, el que no corre vuela. Y tampoco tiene pinta de estar mal, ¿no? Dale una alegría a tu cuerpecito gatuno.
No me seáis sosas. Orgía intercultural, ya. Con los dos, par aque no haya envidias.
Perlita, Querida, Achab: que me queréis llevar por el ¿mal? camino... A ver si la reflexión y el tai-chi me ayudan con la coordinación corporal; y si éso la aprovecho para fines menos profundos y más lúdicos...
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