martes, 27 de febrero de 2007

Un gato y los médicos

Debe ser porque Gatopá es médico, pero el caso es que un gato tiene una relación bastante extraña con los médicos.

Para empezar es un gato algo raro. No tiene nada, pero tiene de todo. Es decir, de esos problemas de salud que no se medican pero requieren un control. Los más importantes son quistes. En los ovarios (tengo el izquierdo gordo, el doble del derecho) y el tiroides. Así que anualmente vienen las analíticas de sangre, las ecografías y ocasionalmente otras pruebas. Pasar la ITV, que dice Gurú.

Pues nada, imaginaos los trámites de realizar todos esos controles con la Seguridad Social... una odisea.

(Admisión de Son Llatzer, hospital nuevo sito en toa la mitad del campo)

GATO: Buenos días, vengo a solicitar cita para hacerme una ecografía de tiroides. Me dijeron que me llamarían en un año y han pasado dos meses más, y aún no me han llamado.

ADMISIONISTA DEL HOSPITAL: Eso lo tiene que ordenar su endocrino.

GATO: Verá, mi endocrino lo ordenó directamente el año anterior, porque me hago revisiones anuales, y no me han llamado. Éstos son los papeles de entonces...

ADMISIONISTA DEL HOSPITAL: A ver... Uy, es que hace más de un año de ésto, no le puedo dar cita.

GATO: Verá, si éso es lo que le decía; la endocrino lo ordenó y aún no me han llamado. Y como por teléfono no atienden, he tenido que venir personalmente para pedir la cita.

ADMISIONISTA DEL HOSPITAL: Es que... como hace más de un año, no se la puedo dar.

GATO:Ya, pero hace más de un año porque ustedes han dejado pasar más tiempo, no porque yo no haya querido venir. ¿Puede mi endocrino hacer una orden nueva? ¿Puedo subir y pedirle a la endocrino que ordene la ecografía?

ADMISIONISTA DEL HOSPITAL: Es que para pedir cita con la endocrino lo tiene que ordenar el médico de cabecera.

GATO: Pero si ya estoy derivada a la endocrino para tratarme el tiroides... ¿por qué tengo que ir al médico de cabecera?

ADMISIONISTA DEL HOSPITAL: (que debiera llamarse expulsionista) Lo siento, no puedo darle cita.

GATO: Ésto es increíble, ¿Lo sabe?

A. D. M.: Lo siento, no puedo hacer nada.

GATO: (Ruído ininteligible que oculta mil insultos e imprecaciones y despues pausa. Con retintín...)MUCHAS GRACIAS, BUENOS DÍAS.

(Mutis por el pasillo, bueno, de mutis poco: todo el hospital asiste a una crisis de mala leche de un gato que habla solo mientras levita hacia la salida)

El trámite posterior es: ir al centro de salud para pedir hora con el médico de cabecera. Esperar los días hasta la cita. Cita con el médico de cabecera y explicación de la situación. "No entiendo por qué te hacen venir para ésto, ellos tienen la historia de paciente y lo pueden comprobar" "Qué me dice usted a mí". Viaje a Son Llatzer con el papel del médico de cabecera que dice que vaya al endocrino. Esperar los meses hasta la cita. Cita con la endocrino. "No entiendo por qué te hacen venir para ésto. Ellos tienen toda la historia y mi orden". Bajar a admisión con la orden de ecografía. A la entrega del papel me quedo esperando y me dicen "Ya le llamarán". Esperar. Esperar. Esperar... Y escribir un mail a atención al cliente de Son Llatzer. Recuerdo que contaba mi devenir por los centros sanitarios, y decía básicamente que soy una persona tranquila, que sé que son controles rutinarios y que no suelo ponerme hipocondriaca... pero que si fuera cuestión de vida o muerte con ellos la diñaba. Y que con lo de "le llamarán" me quedé con el sabor de boca de una relación ocasional: ¿Me llamará? ¿no me llamará? Juro que escribí éso. Y la llamada para darme cita se dió casualmente al día siguiente del e-mail. Y me dieron cita para... marzo del año siguiente. Lo apunté el 20 de diciembre para cuando me comprase la agenda del año que viene acordarme de apuntar la cita...

Y así, pues siempre.

El caso es que la última vez, mi endocrino me pidió una punción. Ya me hicieron una, hace unos años, y es una prueba muy agradable en la que tienen que pinchar en el cuello y extraer trozos de quiste para analizar las células. Es un poco dolorosa, pero es soportable.

Pues después de que me dejaran plantada en la primera cita para hacérmela, previa espera de meses, y poner otra queja en el hospital, llegó el día de la prueba. Intervenían médico y ayudante. La operación en sí se prolongó durante media hora. Médico y ayudante eran unas ineptas. Premisas: tumbada boca arriba en la camilla, barbilla levantada y no te muevas. No te muevas nada. Una sujeta el ecógrafo para ver y la otra pincha. Éstas compartían tareas, se tocaban los bártulos la una a la otra, y contrastaban ideas nerviosamente´: tira, no, así no, ahora, pero no, así no es, quieta, pero uf, mal, es que así no sale, ahí, mete ahí. Os recuerdo que todo ésto sucede con una aguja metida en mi cuello. Saca, pincha otra vez, no ahí no, así no, ahora parece, mmmmps, uf, no, mal otra vez, yo es que con cada prueba de éstas pierdo cuatro kilos, a ver, no sale...

Un gato por poco y no agarra en aquellos momentos la puta jeringa, se la desenclaba, se incorpora en la camilla, coge su bazooka y acaba con las dos perpetradoras del taladramiento de cuello.

Paran. Salen. Vuelven. "Vamos a intentarlo de nuevo".

Entonces es cuando un gato se incorpora en la camilla, sin bazooka, pero dice:

- No. Lo siento pero no.

La médico mira a la enfermera. Ésta trata de recostarme de nuevo mientras la miro como si de los ojos me pudiera salir un ataque eléctrico pokemon. Y al final la médico se interpone y le niega a la enfermera con la cabeza.

Salí como alma que lleva el diablo. Tenía varios pinchazos, y en algunos me salió un moradito de lo mal que trastearon con la aguja.

Meses después me llamaron para darme cita con la endocrino. Y cuando entré me dice "han tardado mucho en darte cita". No te jode, como si fuera cosa mía. Y aquí vino la segunda encerrona del día:

- Hemos recibido los resultados de la punción; pero había demasiadas células sanguíneas y no han podido emitir un diagnóstico... Así que tenemos que hacerla otra vez.

Yo sabía que mi endocrino no tenía la culpa, pero no me podía dejar maltratar de nuevo...

- Verás, había demasiadas células sanguíneas porque lo que me hicieron era una carnicería. Yo ya me hice una punción en una ocasión, pero lo que me hicieron aquí abajo... lo siento, pero no estoy dispuesta, a menos que me garanticen que va a ser personal capaz. Me hicieron mucho daño, y no se entendían ni entre ellas.

- Uf.- se mira con su asistente- A ver... podemos hacer otra ecografía y valorar con el tamaño de lo que salga, si volvemos a hacer una punción...

- De acuerdo. Por ahora.

Así que estoy rezando para que mis quistes salgan chiquitines, y valorando la posibilidad de hacerme un seguro médico privado si salen grandes. Que me jode un montón, porque yo ya pago un seguro médico. Todos lo pagamos. Y la puta seguridad social no da el servicio que se cobra de mi nómina mes a mes...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí que debieras considerar tener un seguro médico privado, porque aunque suponga un gasto anual adicional, te facilita, agiliza, muchas pruebas y consultas que en la S.S. tarda lo que tarda, además de valerte para segundas opiniones etc. Además llegarás a usarlo más que lo otro, sobre todo en especialistas.
La SS no funciona mal, lo que pasa es que el volumen de gente que atiende genera esas situaciones que cuentas (aparte de puntuales fallos más comunes de lo deseable). Yo nunca he pertenecido a ella, pero me consta que, además de eso que dices, hay cosas que sólo te pueden hacer allí. Aunque más vale que no.
Adeslas o Asisa funcionan muy bien y no son caros.
De todas formas matasanos encontrarás en todos sitios.
Lo importante es que estés bien y te vayas quitando las goteras.

Gato dijo...

Martínez, no son goteras sino humedades, que llevo 15 años con ellas y no hay remedio. Recomendación de vigilancia y ya está.

Tengo pendiente éso y lo del dentista, pero antes tengo que hablar con mis jefes de un aumento de sueldo...

Y ya sé que a la SS la saturan los gilipollas, pero cuando uno va por las buenas... jo, espera que le respondan algo mejor.

Anónimo dijo...

Entonces paciencia. Otros podemos presumir de hernia discal que cuando se acuerda nos mata. En fin.
Lo que sí que no termino de entender es lo de los dentistas. Como si lo suyo no fuera salud.
¿Cómo explicar que te hagan un trasplante de corazón gratis y éstos te cobren 1.000 euros por una jodía funda?
Así que para él si vas necesitar el aumento de sueldo.
Lo otro no es gravoso.

Achab dijo...

La autooperación no es una opción, supongo.

querida_enemiga dijo...

Chica, me pongo de los nervios de leerte porque yo me he encontrado con episodios de este tipo hace poco y aún no he terminado... Te lo diré con 5 letras:

MUTUA.

Caro, pero eficaz. Yo me lo estoy pensando.

Gato dijo...

Uf, Querida, vamos a tener que investigar el mercado a ver cómo nos lo montamos. Igual entonces no tengo que priorizar y también voy al psicólogo a que me catee por alcornoque -si es que ya sé lo que me va a decir, ya lo sé!!-.

Achab, he tenido fantasías hostiles de accidente de tráfico en el que me rompía todos los dientes y el seguro me lo pagaba. Lo de ahostiarme contra la pared me parece muy fuerte.

Martínez, permite que me ponga maruja, con los brazos en jarras: ¡¡¡Una verguenza, es una vergüenza!!!

Anónimo dijo...

Así, en plan vecindona. Me gusta, ¿cómo que permite? Jajaja.

susurro dijo...

Leerte me ha recordado el calvario que pasé con mi padre. Tuvimos que ir pagando y aun así no valió para nada. Imagínate que por el seguro no le operaban hasta julio. Y él murió el 2 de junio. Algunas de las pruebas que le tenían que hacer se quedaron por hacer, porque eran para después de morirse.
Así como te lo cuento.
Un desastre.
En fin...

Gato dijo...

Susurro, cuánto lo siento. No se me ocurre qué decirte...

Martínez, para tí la Mari que hay en mí.

Antígona dijo...

Pues sí, lo de la seguridad social, UNA PUTA VERGÜENZA!!!!! Ala, yo también me pongo maruja!

Por cierto, ¿alguien se apunta para contratar a unos sicarios que les pongan unas cuantas bombas o se carguen a unos pocos médicos ineptos?
(contrólate nena, contrólate... vamos a buscar los tranquilizantes, anda...)

Gato dijo...

Bienvenida, Antígona. Yo creo que lo suyo sería que obligasen a la Seguridad Social a gestionarse como una empresa privada y tratasen de entender el concepto de cliente de una puñetera vez. Mirarían un poco más por los recursos... Y a alguno le darían una buena patada en el culo.