Viaje al centro de Hacha

Esta semana me he levantado con ganas de arreglar mi vida, de aprovecharla y ponerme manos a la obra con las cosas que siempre he querido hacer.

Para empezar me he comprado una carpeta clasificadora: eso de tener mis papeles importantes entre la mesa de la tele, los imanes de la cocina y el cajón de las bragas no era muy eficiente.

Después he desempolvado los libros de Inglés; he estado una semana en París y me sentía como Paco Martínez Soria con los guiris, mucho sonreir pero a la hora de la verdad mi inglés aguanchuguanchu no llegaba muy lejos...

Y por último, como cada vez que leo algo relacionado en "Quédate a dormir" me pica el gusanillo, me he comprado unos vídeos de la danza del vientre.

Já.

Chupao.

Traía hasta el pañuelo rosa marica ilusión con monedicas.

Y ahí está la artista, con sus converse, sus pantalones made in Decathlon, su pañuelito y su camiseta. Las profes, llamémolas Tinki y Winki, enseñan su preciosa tripita. Las emulo subiendo mi camiseta. Me acuerdo así en un flis de mi hermano Fafo disfrazado de mora en Navidad, sólo me faltan los pelos negros en el ombligo. Decido que por ahora puedo ahorrarme esa visión y la bajo de nuevo. Cuarenta y cinco minutos después estoy contenta, cansada, mis movimientos ortopédicos tienen de sepsis lo que yo de rubia pero en unas trescientas veces a lo mejor me parezco algo a Tinki y Winki. O no.

En cuanto veo a mi amiga le digo triunfal "He hecho algo que quería hacer desde hace ya". "Has ordenado tu cuarto!!!!!". "Noooop". "Ah, vale, avisa cuando vayas a hacerlo que me ahorre tener que reirme de tí".

Jop.

Reflexión A: Soy muuuuy previsible

Reflexión B: el video anima a sacar la odalisca que llevamos dentro, debería preguntar qué se hace cuando a la odalisca ésa te la has comido.