jueves, 30 de abril de 2009

Atacando desde el sistema

Querido lector:


La adulación consigue a veces el efecto perverso de la conciencia laxa;
el acoso moral, consigue efectos perversos siempre.

Estaba caminando por el sencillo trayecto entre mi hogar y la mutua, imaginando el proceso de una inspección médica y tratando de propiciar el estado anímico adecuado para la misma, cuando asaltó mi sensible mente el pensamiento fatídico de un encuentro no deseado con la mercenaria en la sala de espera de la mutua.

Conocía físicamente el lugar porque una vez había llevado allí a una de nuestras trabajadoras tras un accidente laboral, en el que una valla de tres metros de ancho por dos de alto se le había caído encima a una chica de cuarenta kilos de peso a lo más. En aquella ocasión la sala cutre de la mutua estaba abarrotada de gente, y entre los pacientes encontré a una camarera que estaba de baja por una lesión de espalda, esperando su turno para la revisión.

Esta coincidencia me hizo pensar que podía encontrarme con alguien de la compañía durante mi visita a la mutua. Es más, los acontecimientos de las últimas semanas me habían hecho sospechar no sin cierto fundamento, que el personal de la mutua podría haber comunicado la fecha y hora de mi cita para inspección a la arpía ambiciosa y manipuladora que ostenta el cargo de HR corporative director en Alienosa. La paranoia se apoderó de mí en el trayecto y de repente me sorprendí, hablando sola en la calle, la voz rota casi en un sollozo, “¡No quiero hablar contigo…!”

Inconscientemente había preparado el estado anímico para pasar la entrevista del inspector médico de modo adecuado. Cuando entré en la mutua no había ni una rata. Bueno sí, había tres: una administrativa, un médico recostado en una silla con su bata blanca, y un mozo de la misma guisa junto al médico, que no imagino qué cometido tendría para estar cobrando en la entidad por arregostarse en una miserable silla de oficina…

- Soy Ingatius Reilly, tengo cita a las 09:30.

- ¿Me puede dar su tarjeta médica?

- Sí, aquí tiene.

- Puede pasar a la sala de espera.

¡¡Puede pasar a la sala de espera!! ¡¡¡Tres vagos perezoseando en la parte principal, y a saber cuántos metidos en oficinas, nadie en esa maldita sala de espera, y yo tenía que aguardar a que alguien saliera de un profundo sopor laboral para decidir si mi baja por estrés laboral era verdadera o falsa, qué insulto!!! Debería denunciar a estos tremendos holgazanes, incluso avisar a la lerda de mi jefa y decirle que les están timando facturándoles un servicio que mantiene a tal caterva de inútiles adictos a los solitarios de Windows.

Sin embargo recompuse mi estado para centrarme en lo más importante… mi entrevista con el médico. Volví a sufrir la fantasía negativa con la mercenaria, pensé en verbalizar la situación que había provocado tal lamentable estado de ansiedad en mí que había desembocado en una baja médica, y las lágrimas afloraron a mis tiernos ojos. Un cuarto de hora más tarde, la indolente administrativa hizo un esfuerzo sobrehumano para su ínfima capacidad productiva y levantando un poco la voz me espetó:

- Puede pasar por aquí.

La vaga estaba fuera de mi campo de visión, al haberme sentado en el pasillo de la sala de espera, pero puesto que no había ni un maldito paciente más, era indudable que se refería a mí y que la consulta en la que habrían de atenderme estaba próxima a su lugar de reposo. Me levanté, y cuando alcancé a verla, había realizado otro titánico y agotador esfuerzo para extender su brazo hacia su izquierda y señalarme con un dedo una puerta entreabierta.

- Gracias – dije, tratando de mostrar mayor educación de la que ellos me mostraban.

Atravesé vacilante la puerta entreabierta, y el médico se había puesto de pie.

- Siéntese, por favor. ¿Me puede decir su nombre?

- Ingatius Reilly.

- Bien, Ingatius, cuénteme que le pasa.

- Pues… bien… verá, tengo un problema en el trabajo. He tenido varias crisis de ansiedad, con llanto incontrolado, respirando entrecortadamente y grandes dificultades para controlarme y llevarme de nuevo a la calma. Había cogido dos días libres tras la Semana Santa, y cuando tenía que reincorporarme a trabajar, sufrí un ataque de pánico. Decidí ir al médico y me dio la baja.

- ¿Qué medicación tomas?

- Gatilopram. Ayer le comenté a mi médico que el viernes sufrí una alucinación, pero me dijo que no me preocupase.

- ¿Antecedentes familiares, operaciones?

- Nada.

- ¿Alergias?

- No conocidas.

- ¿Qué síntomas tienes?

Ese desgraciado frustrado por no haber conseguido su plaza en la seguridad social había decidido especializarse en capullez médica. Me preguntaba las mismas cosas de distintas maneras, fríamente, esperando un patinazo por mi parte, que le indicase que mi baja era fingida. Pero no contaba con la posibilidad de que mi baja fuese verdadera y se quedó muy sorprendido cuando, relatando los síntomas, los ojos se me iban volviendo acuosos y la voz iba quebrándose de debilidad.

Finalmente, me dio cita para volver a evaluarme dentro de dos semanas. Cabrón, alguien debería azotarle hasta dejarle inconsciente, maldito medicucho cutre y malicioso, que sublima en sospechas sobre los demás sus frustraciones profesionales. No sólo denunciaré a la empresa, sino también a esa mutua de mierdecillas implacables, por el acoso totalmente injusto y desmesurado que se hace de mi persona… ¿No pueden dejarme en paz, para que disfrute de mi baja leyendo, paseando, viendo películas y haciendo bizcochos? Rezaré a Santa Furcia de Gerrerías, patrona de los hijos de puta, por todos esos aprendices de Maquiavelo sin prospección.

Estos encuentros obligatorios con la clase médica son absolutamente detestables, pero necesarios para mi plan de salida... además he de confesar que las pesadillas remiten y que mi estado general empieza a mejorar, así que atacaré el sistema desde dentro. La única parte negativa en cuanto a mi salud es que las terminaciones de mi sistema nervioso en el sistema digestivo se encuentran sobre estimuladas y requieren de una dosis importante de dulces para saciar la ansiedad que me generan. El culo se me está poniendo como una plaza de toros.

Seguiré informando de cómo Fortuna hace girar mi rueda en uno u otro sentido.

Desde la incertidumbre,

Vuestra Asediada Chica Trabajadora.

Perdón. Es que acabo de terminar “La conjura de los necios”. Y soy lo que leo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Si tu mutua es M.U. lo mismo puedes ahorrarte la denuncia, la policía ya está detrás de ella.

De todos modos Gato, piensa que la vida es demasiado corta para tomársela en serio, y hay pocas cosas que realmente merezcan una lágrima.

Perlita de Huelga dijo...

Que les den.

Petulandcia dijo...

...Pero no te tomes las pastillas, para atacar al sistema desde dentro hay que ser un gato despejado.
Creo que me he leido todo tu blog, Gato, o bueno, gran parte.
Mira que me cuesta reirme al leer, y snif, con algunos de tus post me desternillaba, se me saltaban las lágrimas, snif, qué bueno.
Con otros casi que también, pero no de risa.
Jo, ojalá que aunque todoesto no dejes de actualizar.
Mis respetos (literarios).

saricchiella dijo...

Mucho ánimo, Ingatius. Estoy segura de que Fortuna se portará como corresponde a una diosa de su estatus (y que omitirá, en su nueva vuelta de rueda, que tengas que vender perritos calientes disfrazada de pirata).

Besosmil


pd.- ¿dulce, has dicho? te dejo un enlace por si te animas con el hojaldre :) (y ya volverá el culo a su tamaño).

mjjulieta dijo...

me encanta saber de gente que lee lo mismo que yo al mismo tiempo.

es una sensación incalificable. que encierra una emoción desbordante... y éso que sólo se trata de un libro... pero vaya libro, eh???
un beso.

mjjulieta dijo...

Me permito estos consejitos para que retomes tu rumbo. Con cariño:

Si necesitas apostolar que los seres humanos tenemos mucho que ver con los cerdos (y no estoy hablando de gripe)y así tener argumentos para tu segunda sesión con la mutua lee "Rebelión en la granja".

Para que recuperes fuerzas y desees luchar por tu integridad, más si cabe, lee "1984; el Gran Hermano te vigila".

Y "Sin noticias de Gurb" restará sin más importancia a la ansiedad.

Feliz Regreso.

Miss Chain dijo...

Vamos a trucar la rueda, a deshinchar las ruedas de los coches a los de la mutua, liberar su fosa séptica en el edificio mutual y ponernos hasta las orejas de chocolate. ¿cuándo nos invitas a bizcocho???

Gato dijo...

Anónimo, son cosas de Ingatius, que un gato va a denunciar a su empresa y sólo si no le pagan lo que le toca... Pero gracias, ;)

Perli, con viento fresco. El jueves me toca otra vez...

Petulandcia... para leerse gran parte de mi blog... hace falta mucho valor!!! Mi admiración es para tí, en serio, muchas gracias...

Sarichiella, gracias por lo de diosa... de momento el paro me parece un paraíso de inactividad... aunque no sé yo cuánto me va a durar... Y tomo nota de lo del hojaldre, :D. En cuanto me atreva lo cuento!

Mjjulieta, muchas gracias! He cogido sin noticias de Gurb de la biblio, pero aún no he empezado con él.

Miss Chain, os debo un bizcocho. A ver si repito la hazaña de aquel, en el que me salté la receta y me salió tan bueno... :D Ahora no soy capaz de repetirlo!