El de la chati

- Buenas tardes.

- ¡Hombre, el Sr. Francisco Marquez Marquez...!! - casi no es gitano- ¿Qué te trae por aquí?

- Me sa roto la placa'l nombre.

- ¿Te sa roto la placa el nombre?- se ríe Sberrow y se levanta y se dirige hacia la máquina de marcar identificativos.

- Ssiiií.

- Vaya, hombre; pues no te preocupes, yo te hago una.

- ¿Ahora mismo?

- Ahora mismo.

- Jo qué rápido.

Se pone las manos en la cintura y el gato descubre en su antebrazo un tatuaje de grandes dimensiones.

- ¡¡Anda, llevas un tatuaje!! No están permitidos visibles, ¿lo sabías?

Sberrow se vuelve y le pregunta:

- Esto qué es, ¿la chati?

Iba de broma, pero sí... era de la chati. En grandes caracteres góticos, dignos de monje escribano, rezaba "MARY".

- Sí, es mi chati. Que la quiero mucho. Yo a mi chati la quiero mucho

- No, si ya... Jo, nadie se ha tatuado mi nombre. ¿Te dolió mucho? - Sberrow está pensando en pedirle a su funcionario, que es un hipocondríaco, algo imposible.

- Po el de mi chati sí se lo ha tatuao arguien... Yo. Que la quiero mucho a mi chati. Sí que dolió. Estas dos letras -señala la A y la R- no, pero estas otras dos... Mira, ésta - la M, más próxima a la cara interna del codo- dolió porqueee... porqueeeestá aquí, en toa la bola. Y ésta otra dolió... porque estaaaá... pues aquí donde está y por aquí... dolió más.

- Voy a recortar la placa un momento y ya te la llevas.

- Vale, ¿Me puedo sentar mientras? Que hace una caló ahora ahí ar só, y no viene nadie...

- Sí hombre, no pases pena - indica el gato señalando la silla frente a su mesa - siéntate aquí.

- Poh vale.

- ¿Necesitas algo más?

- No, ahora mihmo no deseo na más.

Y se queda tan digno ahí, mirándome desde su trono.

Que los hay con mucho arte.