Analogía de la tribo-electricidad.
O de cómo la acumulación de electrones puede explicar emociones.
Hace unas semanas el gato estuvo en lavandería. Se trataba de un proyecto superchachi en el que los jefes de departamento hacen un día de trabajo en una posición base de otro departamento; para ponerse en la piel de los compañeros que trabajan en esos cargos. La lavandería fue la elección del gato porque, al ser uno de los trabajos más duros de un hotel, nadie más iba a elegirla... y también porque es uno de los puntos neurálgicos donde se toma el pulso al clima laboral aquí.
El caso es que con todas las lavadoras, secadoras, la calandra y toda la ropa, se crea un medio de carga electrostática alta, en el que el contacto humano suele provocar un chasquido, cuando menos, interesante. El gato se quemaba con la ropa planchada de la calandra ("éso es que no te conoce") y sufría calambres cada vez que se rozaba con Antonia. A lo largo del día se dió cuenta de que había empezado a evitar el contacto físico con ella, por temor a las descargas.
La versión emocional de esa misma sensación la tendría el gato en otra circunstancia totalmente distinta: tomando café con un guapo checo. Quizá era el tiempo que hacía que no le había visto, o quizá el cambio de registro al no tratarse ya de algo profesional... pero el gato no podía evitar cruzar y restregarse compulsivamente manos y brazos sobre la mesa, ni cambiar el peso de lado en el cruce de piernas, ocultas bajo el mismo tablero.
Y como suele pasar en estos casos, el propio ruido interior entorpeció los sentidos y el gato no fue capaz de captar quién estaba al otro lado.
Es lo que pasa cuando uno tiene miedo de recibir una descarga de energía elecrostática... y además está preocupado por contrarrestar la desobediencia del propio cuerpo. Lo mismo que pasa cuando uno tiene que ir inexorablemente al baño en mitad de una sesión de cine.
Pasa que se pierde parte de la historia.
9 comentarios:
Ohhhhh!!!!Qué me dices!!!!!Entonse, ná interesante?
Siempre te quedarán los raros del curro :P
De todas formas de la república checa solo han salido tres cosas:
Checos, checas y lo que sea que exporten, y si yo no conozco nada representativo de ninguna de las tres cosas por algo será (probablemente porque soy un puñetero ignorante, pero esa es justo la lectura que NO tenias que sacar de la anterior frase :D ).
Ay¡ Con lo bien que beben birra los checos...
Hablando de electricidad estática, la sensación más rara del mundo es meterse en el pasillo de espumillones navideños de unos grandes almacenes. Da un rollo más raro... y da calambre, of course
Tengo fiebre, no sé si razono muy bien
Kisses
La palabra robot la inventó un checo. Les tiene que gustar la electricidad.
Bueno Hacha, es que yo sé que para tí sólo hay una cosa interesante... ;D
Rebilated... con respecto a los raros... mejor sola que mal acompañá. Respecto a lo segundo... yo nunca saco conclusiones.
Chirly, me lo has puesto a huevo: no es culpa de la fiebre. Nunca lo ha sido...
Achab, yo no sé lo que les gusta a los checos... pero para mí es un país estupendo por proporcionarme mitos como Daliborrr o Kundera, que ambos han inspirado más de un post :P
Eso si :D
Con respecto a las conclusiones... que sepas que es la última vez que commento para animarte, que siempre das la vuelta a la tortilla, ale ;P
Jo
Anda, anda, menos jo´s que sabes que no es cierto :P
Ya, hombre, pero tendré que hacer el papel... como que te creo, y me sabe mal y todas esas cosas...
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