La cenicienta y el cacique
Érase una vez un gato-cenicienta que trabajaba en un despacho en un campo de glof.
Estando tan tranquila con su esbirra en su lugar de trabajo, de repente un gigante de rasgos asiáticos se asomó por la puerta, la miró con cara de sospecha ( al gato) y la cerró (a la puerta). El gato salió para ver qué pasaba, y resultó que había un presidente de un país raro, Kanastrastán, jugando al glof. Y el mongol enorme era uno de sus guardaespaldas.
El gato-cenicienta fue a ver al jefe de cadimashter para que le comunicase las vacaciones del departamento, pero se dió cuenta de que varios gorilas asiáticos la vigilaban con recelo. Con razón, porque si hay algo que los gatos-cenicientas suelen hacer, es ligarse a presidentes incautos que van a jugar al glof. Y ante eso, poco pueden hacer señores de dos metros con pinta de guerreros samurais.
Y he aquí que apareció el presidente, sonriendo con aspecto zen, a unos metros, mientras un montón de mongoles corrían a su alrededor, registrando buggies, apartando carros de palos y levantando murallas de cuerpos a su alrededor.
Contra todo el pronóstico de su equipo de protección personal, el presidente de Kilantostán se acercó al gato. Cuatro mongoles le cubrieron por la espalda y los laterales, de modo que parecían un caparazon de tortuga humano. El presidente sonrió y le pidió en un inglés perfecto al gato si quería jugar 9 hoyos. El gato, en un inglés macarrónico le dijo que estaría encantada, que nunca había jugado al glof con un presidente. Podría haber sido aún más sincera y decir que no sabía jugar al glof, pero seguro que alguien de Kanamistán tampoco iba a ser un experto en la materia. Así que se fueron paseando.
El presidente, un coqueto señor canoso de aspecto inofensivo, empezó con un draif impresionante con el que mandó la pelota a freir espárragos. "Claro- pensó la cenicienta- tampoco se diferencia tanto un palo de glof de una katana; y si este hombre corta cuellos, bien puede cortar el aire con su palo de glof..."
Ella hizo un portentoso hoyo. En el cesped. A la pelota no la desplazó, pero arrancó una chuleta del suelo que dió gloria. El príncipe le sonrió condescendiente y el gato recogió la bola del suelo para seguir jugando con el tiro del presidente, que había dejado su bola en todo el grín, el jodío.
Así que lo que tenían por delante era una larga caminata arrastrando sus carros. Por el camino iban conversando. Nada en particular... de todo un poco... Que si qué tal por Kajalastán, que me han dicho que en las últimas elecciones hiciste tongo, que si ya sabes cómo es la gente, que si les proteges de sus propias decisiones se ponen tontos, y me han contado que el salario medio es de 350 € , y a tí cuanto te han costado estos grinfis que estamos jugando, y la habitación en que duermes que yo sé que estás en el hotel más caro de la compañía, y es que la gente se queja por todo, que yo soy el jefe mayor y veto al parlamento cuando quiero, y como se quejen vuelvo a ganar las elecciones y ya está.
En esto resonó un grito a lo lejos:
-¡¡¡¡BOOOL!!!!
E inmediatamente dos gorilas cubrieron al presidente, y el resto se puso en cuclillas y se cubrió las cabezas con los brazos. El gato pensó que era un atentado kastazastano y que "bol" significaba "bomba va" y que iba a morir hecha añicos en un campo de glof y que las cenizas de la explosión de su cuerpo caerían encima de las costillas de ternera de 1ª que estarían asando en la barbacoa de algún chalet de lujo vecino. Pero no, resulta que habían tirado una bola y en el glof se grita "bol" para que los posibles damnificados por el bolazo eviten el golpe en la cabeza.
Tras el susto continuaron su paseo hasta el grin, charlando... que las diferencias económicas en la población hacen que la renta de unos cuatripliquen la de otros, y que la crisis está haciendo mucho daño allí, y el presidente pues si cenamos esta noche te regalo un bono de gasolina para toda la vida, que en Kilaztastán tenemos petróleo para parar siete trenes, moza. Y un anillo de oro blanco y diamantes si me prometes no contarle nada de lo que pase después a mi First Lady.
Entonces el gato miró a los cuatro armarios del presidente, que habían seguido haciendo la concha todo el rato, y dió un tímido paso atrás. Los mongoles pasaron entonces de estrategia caparazón de tortuga a estrategia caracola y empezaron a cerrarse en torno al presidente. Entonces el gato dió media vuelta muy despacito, a lo que la caracola se fué estrechando alrededor de la babosa-presidente, ocultándola. Entonces el gato salió echando yescas colina abajo, con la mala fortuna de que se le atascó un tacón en el suelo, se comió el cesped de boca, se levantó con premura y continuó su carrera. Sesenta interminables segundos después llegó al lugar de la caída una gran caracola mongola, de la que emergió un brazo de presidente para desenclavar un zapato de la tierra.
La caracola se abrió y el presidente de Kafanastán dijo en kafanastano a sus seguratas:
- Ordeno hacer una investigación en profundidad de la familia, el pasado, las amistades, y el que encuentre a la dueña de este zapato... que se la quede.
Mientras tanto la cenicienta ya estaba llegando al cadimashter, y recogiendo el papel con las fechas de las vacaciones, se dispuso a continuar la carrera directamente hasta Leoncio para huir de los guerreros mongoles. Pero el jefe de cadimashter la agarró del brazo y le preguntó por qué no se quedaba para sacarle las perras al presidente de Kitijastán.
Entonces, el gato, escupiendo la bola de cesped que le había dado el sabor amargo a la huída, se justificó:
- Total, a ser cacica tendría que aprender, pero a ser pobre ya estoy acostumbrada...
7 comentarios:
JAJAJAJJAAJ
buenísimo
Coñe...pero qué vida más gris tengo. A ver si un día me invitas a un café, que necesito emociones fuer...distintas.
Me encanta leerte
Gatissima, eres la mejor¡ Mancantao
Jajaja, gran anecdota :D... solo una pregunta ¿era un pais muy importante?
Fascinante. ¿Alguno de los guardaespaldas asiáticos era muy bajo y muy ancho y llevaba puesto un sombrero de bombín?
Jajaja, te has superado a ti misma con este cuento. Aunque me encantaría saber qué parte hay en él de ficción y qué parte de realidad. Bueno, lo de Kilantostán, la caracola, los salarios de 350 euros, el anillo de oro blanco y diamantes, y el zapato, estoy convencida de que es verídico.
Pero, ¿estás segura de que el gato-cenicienta no se vio tentado a tener una aventura con el presidente? Que con el precio de la gasolina, ¡es como para pensárselo, tú!
¡Un beso!
Antígona, lo de los 350€ sí que es verídico. ¡Claro que se vio tentada! pero es que el protocolo la asusta mucho. Como a Sissi la emperatriz, que la pasaba lo mismo. Con el protocolo, digo.
E.Martin... ¿Hablas de Rigodón el de Willy Fog? No, no estaba.
Rebilated, es el noveno país del mundo en extensión. Tiene petroleo y uranio. Y un presidente que es a la vez comandante en jefe de lo ejércitos. Combinación explosiva de recursos naturales y políticos, tú...
Chirly, tú que eres muy agradecida.
Bienvenida, Nela, gracias. ¡¡Si es que llevo un estrés...!! ¡que cuando no es un presidente es un extraterrestre, oye!
Criaturilla, malegro que taya gustao.
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