Oda al vendido

Iba ufano y campante
bandeja en alto en la sala,
puño arriba en el sindicato
un jovenzuelo tunante,
de justo haciendo gala
y de compañero, a cada rato.


Frente a la plebe se jactaba
de las leyes el conocimiento;
en especial de derechos.
Simulando persona brava
ingeniosa y de talento,
sin pasar, eso sí, de los dichos a los hechos.

Y un gato lleno de gozo ,
disfrutando de aquel despliegue
se entretenía olisqueando la pasta
de que estaba hecho el mozo...
esperando ocasión adrede
para poder decir “basta”.

El gato vio la zancadilla
que enterró en la mierda
a su exjefa, una pardilla
que encontró su destino de lerda.

Pese a la justicia poética,
ninguna tonta rubia merece
un trato tan fuera de la ética
y menos de un mequetrefe.

Y el gato comprobó la pasta
sobre la que habría hecho una apuesta,
¡¡porque al alma baja le basta
tan poco para quedar expuesta...!!

Solo ante la idea de un ascenso,
el pillo declaró estar dispuesto
a renunciar a ser de los trabajadores representante.
Lo que muestra que un poco de pienso,
al animal deja de manifiesto,
y descubre la naturaleza del auténtico bergante.

La moraleja es la siguiente:
No vayas de tipo ejemplar,
si te pierde la ambición.
Que se conoce a la gente
con muy poco tentar…
y si tú dejas llegar
del dinero la tentación
todos sabrán de repente
que siempre has sido un cabrón.


A mi sindical_listo favorito, futuro trabajador mediocre frustrado. Ni siquiera se puso precio... pero va a ser que no, machito. Y ahora, sonríeme de lado... que te voy a hacer una foto.