jueves, 9 de agosto de 2007

Un gato y un acorazado

Un gato la ha vuelto a cagar. O no. O yo qué sé. Aún no ha podido arreglar del todo ciertos asuntos económicos con el ex (las relaciones que se acaban, a veces van dejando un rastro de moneditas detrás, como las lineas de baba de caracol cuando sube por una pared; y no es fácil terminar con todo y no tener que resolver esos asuntos pueriles en los que cada parte tiene que llevarse lo suyo).

Pero como corresponde a la tónica habitual, ya está en otras cosas. Que un gato piensa rápido y siempre ha dado la tercera vuelta de tuerca antes de que la llave inglesa haya dado la primera. Y el gato se ha ido a Londres, y a París, y ahora se va a Londres otra vez… y es verdad que las ciudades son bonitas. Pero no se va por las ciudades. Es que hay un barco muy mono que le ha gustado y quedan a tomar unas cañas por ahí. Se llama Potemkin y está acorazado. Así que, claro, no puede darse a su vez a un gato. Es lo que toca, porque tiene éso, que está acorazado. Además, un gato y un barco de guerra, así de entrada, no pegan mucho. Y encima viviendo uno a tomar por culo del otro.




Pero cuando están juntos todo parece divertido y tranquilo. Y el gato se esfuerza en no pensar más allá y mirar las posibilidades en positivo; está dejando de pensar en decisiones irreversibles y en consecuencias irreparables. Que todo es relativo y nadie se ha muerto de sentimiento. (Excepto los amantes de Teruel, pero ya se sabe, tonta ella y tonto él). Así que el nuevo lema es “¿Y qué, si no sale bien?”.

Pero Potemkin está paralizado. Está interesado en el gato, porque si no no viajaría para encontrarse con él. Eso es seguro. Además su sirena vibra con fuerza cuando está con el gato, que la escucha encantada. Y las chimeneas se yerguen orgullosas, expulsando el humo del acorazado a toda máquina. Pero el gato no está seguro de que ninguna de esas cosas tengan algo que ver con ella. Y no sabe de cierto por qué vibra grave la sirena y se alzan sus chimeneas como si fueran a pintar en las nubes; ni por qué la proa avanza tranquila y estable, como si la quilla pudiera cortar, después del agua, la misma playa, a placer; como si le diera por navegar una cordillera... Un gato no sabe nada porque Potemkin, que sigue siendo un barco de lo más majo, lo guarda celosamente para sí.

Y ahí anda, medio loca, que lo mismo salta y corretea jugando con un tapón de botella, que se pone a maullar con languidez a la luna toda la puta noche. Que la Perli tiene que estar hasta los cojones. De Akira y del gato.

14 comentarios:

Pimkie dijo...

Aaayyy! Que el gato sanamorao!! Y a todo esto, ¿cómo lleva el gato el tema de que le hayan plantado un monotrema en el salón?

Gato dijo...

Divinamente, el puoso hace la compra y sonríe por las mañanas, más majo él...

Anónimo dijo...

Pues no lo sé, pero de este post ni me he coscao. (¿el Potemkin no se cayó por una escalera metido en un carrito?)

Gato dijo...

Ahí está el problema, Martínez, ¡¡¡¡OHCIELOSOHDIOSMÍO, NINGÚN HOMBRE VA A ENTENDERME JAMAAASSSS!!!!

Fuá.

Anónimo dijo...

Jajaja ¡Si es que...!

Perlita de Huelga dijo...

Las sirenas aúllan y las chimeneas se alzan orgullosas echando humo...

¡Tú eres una guarrilla!!!!!

Gato dijo...

ejem, me has pillado Perli.Es que desde que oí a la Björk decir éso de "mon petit vulcan"...

Corresponsal en Palma dijo...

pues a mi me ha parecido muy bonito todo eso de las sirenas, el acorazado y la proa...
como en esto del amor las teorizaciones no suelen servir de nada, ahi van tres frases hechas:

- hombres, quien los entiende?
- quien no arriesga, no gana
- si hay que ir, se va, pero ir pa ná, es tonteria

Gato dijo...

Jajajaj!, Jo, Corresponsal, si es que...
Con respecto a la primera frase, ellos piensan lo mismo. Mi última conversación al respecto me aterró:
"
- Pero, ¿tan difícil te resulta entender el porqué o los motivos de las mujeres?

- Yo, y lo digo en serio... NO entiendo NADA. Absolutamente nada.

- Pero bueno, ¿y si te lo explican tranquilamente?

- Entonces, PEOR."

La segunda la llevo bien, y la tercera no lo tengo claro. ¿Me corto las venas o me las dejo largas?

Antígona dijo...

Estupenda la metáfora, me la apunto en la categoría de posibles chungos de esos que salen en el blog de las de Quédate a dormir. Pero por lo que cuentas, ese acorazado puede tener más grietas de las que imaginas. Y si no, tiempo al tiempo. No hay blindaje que dure cien años ;)

Eso sí, tampoco tengas demasiada paciencia. Que este mucho está lleno de navíos, veleros y trasatlánticos que pueden valer mucho la pena.

¡Un beso!

Gato dijo...

Ay, Antígona, a punto estoy de mandarlo todo al garete. Que no está el gato para que le de tanta guerra un barco que no lo estima...

Antígona dijo...

Pues al garete, niña, que la vida son cuatro días y no estamos para andar perdiendo el tiempo. O te vas cara a él con un soplete y empiezas tú a resquebrajarle la coraza. Si se presta, estupendo. Si no, que le den muy mucho.

Ánimo, guapa, y pase lo que pase, acuérdate de los navíos, veleros y transatlánticos ;)

¡Un beso!

E. Martin dijo...

Todo acorazado es vulnerable bajo la línea de flotación.

Por otro lado fué la propia tripulación del Potemkin la que se rebeló y se escapó con él.

Gato dijo...

navíos, veleros, transatlánticos, navíos, veleros, transatlánticos,
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