Protocolo de actuación para superar inspecciones
1- Visitar la zona 0 y evaluar los daños.
2- Notificarlos a la dirección del establecimiento junto a las medidas correctoras de urgencia a adoptar.
3- Volver a visitar la zona 0 y constatar que no ha sido puesta en marcha ni una sóla de las medidas correctoras. Establecer un planning de actuación adjuntando:
3a. Medidas correctoras iniciales
3b. Procedimiento de puesta en marcha de los registros de temperaturas y procesos en cocina, adjuntando modelos
3c. ESTABLECER PLAZOS
4- Volver a visitar la zona 0 en el plazo estipulado en el punto 3c y:
4a. Poner el grito en el cielo con el “jefe” de cocina al comprobar el estado del proceso.
4b. Recibir amenazas de abandono de puesto de trabajo de dos trabajadores de cocina. “Yo me voy, no quiero estar aquí”.
4c. Regresar al despacho de dirección con abatimiento y manifestar impotencia ante la falta de colaboración de TODO el mundo.
4d. Solicitar colaboración muy concretamente de la dirección del establecimiento y fijar un nuevo plazo, negociándolo con el personal de cocina y la dirección.
5- Volver a visitar la zona 0 en el plazo estipulado en el punto 4d y:
5a. Coger todos los registros de procesado y temperaturas sin hacer y falsificarlos con letra de cocinero que abandonó el sistema educativo antes de finalizar la primaria. Éste punto puede ocupar dos días enteros de arduo trabajo, si se han acumulado tres meses de registros sin hacer.
5b. Tratar de hacer entender a los cocineros que ésos registros los han hecho ellos mismos y que entienden los puntos de control que han registrado, mediante qué procedimientos; y que han de realizar los registros de los últimos 4 días para entender todo el proceso.
5c. Lloriquear al director y conminar a que el departamento de pisos dé un poco de lustre a las estanterías, cristales, baldosines, cámaras, neveras etc, y que el inspector no se encuentre la cocina hecha una pocilga.
DÍA DE LA INSPECCIÓN:
6- Despertarse con el mejor cuerpo posible. Ducharse. Elegir vestidito mono de chica buena y zapatito plano. La mayoría de los inspectores son hombres.
7- Pintarse los labios de rojo y ensayar miradas de atención ante las instrucciones del inspector.
8- Salir con Leoncio echando hostias, para poder repasar la cocina antes de que llegue el inspector.
9- Repasar la cocina e ir cerrando bien las puertas de cámaras que quedan abiertas, ocultar cajas de cartón y otros elementos porosos que hayan olvidado hacer desaparecer, repasar la uniformidad de los trabajadores, dar palmaditas en la espalda y felicitar por los grandes resultados de última hora en la limpieza, rezar mentalmente 30 veces “angeldemiguarda, dulcecompañía, nomedejessolanidenochenidedía, nomedejessolaquemeperdería”.
10- Recibir al inspector. Que el apretón de manos no delate tu temor ante el motón de mentiras que esperan el momento adecuado para ser dichas.
11- Asistirle en la revisión de documentación inicial, reconociendo las carencias del sistema con propósito de enmienda.
12- Plantear dudas acerca de lo que es obvio que se hace mal y pedir consejo al inspector, que asesora encantado a una tontina con vestido de niña buena con falta de entendederas y de recursos para hacer las cosas bien.
13- Hablar de restaurantes. De lugares de nacimiento. De los estudios. Si un responsable de calidad en cocinas ha estudiado sociología empieza a estar algo disculpado.
14- Pasarlas putas cuando pide los resultados de laboratorio de julio. Saber que se han ocultado las analíticas por mostrar contaminaciones por mala manipulación de alimentos y rezar para que no quede de manifiesto esa ocultación deliverada que daría al traste con lo conseguido por el vestidito de niña buena y la mirada redonda de dibujos manga.
15- Visitar la zona 0 de cocina con el inspector e ir a mostrarle lo que peor está, pidiéndole consejo. Eso va de muerte. Generará trabajo para mí e inversión de la empresa (se jodan), pero muestra la buena voluntad de hacer.
16- Volver al despacho para elaborar el acta de inspección. Constatar que el inspector se traba en su portátil porque mira las piernas del gato.
17- Recibir las instrucciones del inspector, planteando las dudas lógicas para la ejecución de las medidas correctoras, y despedirse cordialmente. Recuperar la propia mano que ha quedado atrapada por la del inspector.
18- Descubrir que el inspector se ha dejado su impresora y salir al parking corriendo a devolvérsela. Notar que el inspector se avergüenza de su olvido pero no quiere finalizar la conversación. Volver al despacho.
19- Salir a recepción de nuevo para darle el cable con el transformador del portátil al inspector. Sonríe acusándose de despistado y me pregunta si no tenemos ningún hotel cercano cuya inspección nos vuelva a encontrar.
20- Lanzar un gran suspiro. Llorar. Decir "nunca más, así no se puede trabajar". Hacer éxamen de conciencia y concluir que un gato ha hecho lo que ha podido y más de lo que debía. Volver a suspirar.
7 comentarios:
¿Y qué restaurante dices que es? Más que nada por no ir, por la buena salud de tus asiduas lectoras y eso...
Uy, Pimkie, eso pasa en todos. Fijo.
Brillante, Gato. Cuando te has ido a extranjería con el vestido mágico... ¿era para pedir papeles para tods los ilegales de la Isla? con semejante efectividad seguro que te sacas una pasta.
Por cuestiones comerciales tú nunca comeras allí Pimkie, tranquila.
En extranjería había otro marrón, pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...
Ay, qué útiles son los sistemas de calidad..y resulta que es exactamente igual en todas partes!!!!
Me encanta!
Luís, bienvenido. Admítelo, no te encanta porque es triste. Pero hay que hacer lo que se puede, nada más.
¿Y no era más facil trabajar en arqueología, que ahí cuanto más dejado de la mano de Diso esté todo, mejor?
E. Martin, hay días en los que quiero volver a ser fregaplatos. Lo que pasa es que éso, como paréntesis bien, pero en el fondo y a largo plazo sé que no me estimula... lo de la arqueología es una buena idea, pero me falta cualificación. Sigo, no obstante, pensando calenturientamente en mi futuro. ;D
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