Librada
No sé por qué llevo días acordándome de ella. Se llamaba Librada, y cuando yo era pequeña, venía a coser cada semana a casa. Entonces era cuando era más barato hacer un vestido que comprarlo. Y un gato llevaba vestidos de baberola.
Librada era una mujer mayor, de ojos abisales, de tan hundidos que los tenía tras sus gafas de culo de vaso. Sólo cuando se fijaba uno mucho podía ver que los tenía azules. Ella me enseñó a enhebrar la máquina, a colocar la canilla, a enganchar la correa en la rueda y me metió el gusanillo de hacerla funcionar con el pedal manual, que sonaba así como el sonido de un tren con el balanceo de los pies. Una vez empezaba a mover la rueda, y escuchaba, se apoderaba de mí un frenesí incontrolable que me hacía subir y bajar de revoluciones hasta que alguien entraba a reñirme porque podía romper la máquina. Hoy, un gato sigue buscando una máquina de coser con su rueda y su pedal manual, que los pedales eléctricos son una patata.
Librada era una mujer mayor que cuidaba de su hermana pequeña, que había envejecido mucho más, y se ganaba el sustento cosiendo cada día de la semana en una casa distinta. Se había quedado soltera, y fue la reina del desamor: su novio la dejó plantada por su hermana pequeña. La que luego quedó viuda y envejeció para dejarse cuidar por ella. Qué ironía. Pero Librada cantaba.
También reía. Tenía una voz aguda y acaramelada, y cuando éramos niños le hacíamos mucha gracia. Un rato, que luego se hartaba de nosotros, y solía decir:
- ¡¡Anda, y vete a hacer uñas para hacer hoces!!
Tardé años en descubrir qué significaba lo de las hoces ésas. También se reía cuando nos probaba y nos pinchaba sin querer con los alfileres. ¿O sería queriendo? Se reía mucho cuando nos quejábamos; capaz que lo hacía a propósito y todo...
Me contaron una vez en que yo era un moco, y me probaba el corpiño de un vestido. Las mangas de farol, el drapeado en el frente... y mientras llevaba éso puesto, yo miraba mis piernas desnudas y mis bragas de algodón, tensa porque me estaba hilvanando el cuello. Que es jodido aguantar las ganas de correr cuando te están cosiendo la prenda puesta...
Entonces, por lo visto, la miré suplicante y le dije:
- Eee.. pero... ésto... llevará algo más de tela por abajo, ¿nooo?
Y mi madre y Librada se partieron de risa, porque yo me había imaginado saliendo al callejón a jugar con un vestido sin falda...
Librada le daba a su tra-tra, tra-tra en la máquina, riendo, mandándonos a hacer gárgaras o cantando, y en dos días el vestido estaba hecho.
Había una canción que era su preferida, que nunca he llegado a oir más que de sus labios, pero cuya letra sí he encontrado. Y mola, la coplilla:
Quítate la caretita
pa mirarme frente a frente,
que ha llegado el momentito
de decirnos la verdad,
tú con una yo con otro
y a vivir tranquilamente
que la vida que no quieres
siempre ha sido un Carnaval.
Me quisiste,
bien te quise,
me olvidaste,
te olvidé
no vale ponerse triste
no vale ponerse triste
ni por tanto ni por qué.
- Que sí, que sí, que sí, que me querías.-
- Que no que era un papel que yo te hacía.-
- Allí juntitos, amor, te camelaba.-
- Que ya, que ya acabó lo que pasaba.-
- Que sí, que sí, que sí, que tienes novio.-
- Que no, que no, que no, que no me quieres.-
- Que mira qué penita y qué dolor
que ya nuestro cariño se acabó.
¡Y qué le vamos a hacer!
si no vale discutir
las cositas del querer, de la vida son así.-
7 comentarios:
Pues menudo culebrón, hija. ¿Que la hermana la roba el novio, se casa con él y encima luego la cuida? Madre mía
Máquinas de coser antiguas hay muchas, pero valen una pasta. Que cada año te la miramos pero no nos da el bolsillo, hija.
Y ella cantaba, Perli, ella cantaba. Que dicen que el español cuando canta, o está jodío, o poco le falta...
Mi abuela tiene una de pedales auténtica auténtica, Gato. Y de niño también mi hermano y yo le dábamos al pedal, pero únicamente con ánimo destructivo.
Pues a mí me ha entrado penita leyendo esta historia...
También mi abuela tiene una Singer de cuando Franco era corneta. Funciona a veces, a veces no. Pero mola.
Querida, es que es un poco melancólico el recuerdo de Librada.
Jezabel, bienvenida. Eres la primera persona que no es de mi familia que usa delante de mí la expresión "de cuando Franco era corneta". Me siento menos rara, jo.
jooooooooo,Librada!lo que no cuentas es que la pobre cosió hasta que se murió,que nos daba sugus si le enhebrabamos la aguja...pobre.Y nos decía que valía muy poco afilar las tijeras y para mi era algo increible...ayyyy,qué penica aquellos días felices...
Publicar un comentario